Lo cultural no es considerado en términos bancarios como una inversión. Aún nos falta traducir su valor simbólico en indicadores que sean comprensibles y relevantes para el sistema financiero.
Por Marialejandra Puruguay. 05 mayo, 2025.Hace unos días me topé con el artículo “Creatividad sin crédito” del argentino Enrique Avogadro (2025). En el texto el autor se planteaba una pregunta muy actual para la realidad peruana: ¿por qué el sistema financiero sigue sin apostar por las industrias culturales y creativas?
Desde que empezó mi camino profesional, el financiamiento ha sido el problema más común para muchos emprendimientos culturales que he conocido o analizado. Las organizaciones culturales, especialmente fuera de Lima, trabajan en situaciones complejas. Muchas de las iniciativas buscan aportar a la sociedad, pero el financiamiento se convierte en un obstáculo para dicho fin.
Lo cultural, que incluye también a las artes y al patrimonio, todavía no es considerado en términos bancarios como una inversión. Aún nos falta traducir su valor simbólico en indicadores que sean comprensibles y relevantes para el sistema financiero. La ausencia de garantías tradicionales etiqueta los emprendimientos culturales como iniciativas de “alto riesgo”.
Esta situación nos hace aseverar que sí pueden desarrollarse instrumentos financieros específicos para el sector, como indican Avogadro y otras entidades como el BID. Y, también es clave insistir en el fortalecimiento de las capacidades, además de seguir formando gestores culturales que se acerquen sin temor a las finanzas y diseñen modelos sostenibles.
Finalmente, el Estado tiene un rol protagónico por asumir, por lo que debe generar un ambiente adecuado para el desarrollo del sector. Se necesitan políticas claras para incentivar su financiamiento. La cultura no puede seguir siendo una deuda pendiente. Es hora de saldarla con acciones concretas.