18

Jun

2025

artículo de opinión

¿Quiénes curaban a los piuranos hace 200 años?

En 1815, autoridades de Piura denunciaron el descontrol sanitario y criticaron a médicos y curanderos por lucrar con la salud, exigiendo regulación y formación profesional en la práctica médica.

Por Carlos Zegarra Moretti. 18 junio, 2025. Publicado en El Tiempo el 15 de junio de 2025

A inicios de la década de 1810, el número de personas dedicadas a la sanación en Piura no pasaba desapercibido. Sin embargo, antes de suponer una calma sanitaria, la presencia y, sobre todo, las motivaciones de los curadores empezaron a despertar preocupación entre las autoridades. El síndico procurador general del cabildo piurano, José Merino; y el teniente protomédico (el representante provincial de lo que en esa época sería el Ministerio de Salud), Ángelo Marcelo Ortiz, coincidieron, a inicios de 1815, en que médicos, cirujanos y curanderos, “de uno y otro sexo”, inundaban la ciudad y ofrecían sus servicios y productos curativos a su antojo. Además de este exceso, consideraban que la práctica médica se estaba distorsionando, porque primaba el lucro antes que la curación e, incluso, que la vida de los enfermos. Solo les interesaba “hacerse de algunos pesos” sin importar que se “cure o no el enfermo”.

Merino, el preocupado síndico procurador, no dudó en considerar que cuatro o cinco facultativos —un número elevado para Piura— ejercían “el arte de la medicina descaradamente”, con intervenciones arriesgadas y con la única motivación de obtener mayores ingresos. En vez de dedicarse a la recuperación de la salud, se habían convertido en “unos ladrones y salteadores de las vidas de los hombres”.

A diferencia de los médicos, los curanderos —“ya sea de hueso, ya de ojos, ya de garganta y ya de gálico”— no cobraban altos estipendios. Sin embargo, Ortiz, el teniente protomédico, sí los tildó de “tiranos” porque recomendaban un mismo remedio para curar todo tipo de dolencia sin considerar “las circunstancias de la enfermedad y del enfermo”.

En efecto, el expendio de remedios era una fuente importante de los ingresos de los médicos y curanderos en Piura. Incluso, los facultativos podían no cobrar por sus servicios, siempre y cuando asegurasen la venta de sus preparados. Ante esta situación, el cabildo piurano propuso que, siempre y cuando se garantizase la suficiente cantidad, sea la botica del hospital la única autorizada para la venta de medicamentos. Además, insistieron en que se realice una examinación de los títulos de los supuestos médicos para garantizar que, efectivamente, contaban con la preparación y autorización del Tribunal del Protomedicato.

De esta reconstrucción de la práctica de la sanación, resaltamos que la curación de los piuranos estaba a cargo de personas con diferentes tipos de conocimientos: facultativos (y, posiblemente, también sus esposas), curanderos y curanderas. Cada uno de ellos ofrecían sus servicios a específicos grupos económicos, siendo la venta de medicamentos un aspecto central del encuentro con los pacientes. Pese a la conocida diferencia social y de saberes entre médicos y curanderos, ambos convivían en el paisaje piurano sin aparente mayor cuestionamiento público. No obstante, sí se percibe una ligera tendencia en las autoridades para que el ejercicio de la medicina quede bajo el cuidado de profesionales —la fundación del Colegio de Medicina de San Fernando en 1811 debió haber sido de gran influencia— y que estos no olviden su vocación de servicio público.

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