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Jun

2023

Gracias, Universidad de Piura, por albergarme durante 35 años

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“Gracias porque tu campus en Piura es un pedacito de paraíso”. Así se despide don Alfredo Requena, con el orgullo de salir “operativo” de este campus para seguir cumpliendo su proyecto de vida.

Por Elena Belletich. 01 junio, 2023.

En una ceremonia familiar e íntima la Universidad de Piura despidió a don Alfredo Segundo Requena Silva, quien laboró en Campus Piura durante 35 años (desde el 2 de mayo de 1988). Don Alfredo se jubila y expresa que lo hace satisfecho, aunque, al principio, la sola idea lo angustiaba. Nos dice que se ha preparado durante años ´para “salir operativo”, muy activo.

“Cuando realizo las vigilancias subo y bajo escaleras con frecuencia; cuando cambio de un edificio a otro, procuro hacerlo corriendo. Además, siempre he practicado deporte; el fútbol especialmente; pero, lo que más me fascina es correr. También practico fisicoculturismo”. Precisamente, este amor por el deporte lo llevó a participar, y sobresalir, en las dos primeras ediciones del Eco Reto (3k y 4 k) organizadas por la UDEP; y, llegar primero en su categoría, en el 4K.

Maduró como el bosque del campus
Don Alfredo ingresó a trabajar como operario albañil, en 1988. Meses más tarde, pasó a conformar el equipo de vigilantes de la UDEP, en la Laguna de oxidación, para relevar a don Ciriaco. “Los árboles del bosque tenían entonces solo unos 20 cm y los más grandes eran los que estaban por la Laguna”, relata.

Don Alfredo Requena se caracteriza por el orden, su facilidad para el diálogo, su profunda fe y comprensión de lo que es la persona humana, coinciden en afirmar quienes lo conocen. Está casado con Victoria María y tienen cuatro hijos: Rossemary, Cynthia, Ana Mercedes y Brian Alfredo, quienes ya le han dado 6 nietos; el mayor tiene 16 años, nos dice. Ahora, sus hijos viven y trabajan en Lima, excepto Ana Mercedes.

 

También fue supervisor en el campus. “Esta fue la etapa más hermosa, ya que tuve a cargo un grupo estupendo en el que quienes me estimaban fueron mi motivo de esfuerzo y superación; y quienes no, me ayudaron a crecer en fortaleza y resiliencia. Por eso, les agradezco a todos porque son parte importante de mi vida”.

Más adelante, se hizo cargo del centro de videovigilancia de la universidad, por cuya tarea se ganó el apelativo de Romeo Alfa o Alfa R. “Esta labor encomendada me dio la oportunidad y el reto de aprender computación, en el ICER. Para ello, me preparé durante dos años, todos los domingos de 9 a 13 horas cada día”, recuerda.

Hace algunos años, cuando recibió la medalla de la universidad, comentó que la videovigilancia no es un trabajo agotador, como le advirtieron, y que más bien lo ayuda a querer “seguir aprendiendo y estudiando lo necesario para hacer bien su labor”.

En esa ocasión también comentó: “¿Qué milagro más grande le podemos pedir a Dios y a san Josemaría que trabajar en esta universidad que es un paraíso? Es un gran milagro de un color verde intenso, que limpia nuestros pulmones. Cuando la miramos desde arriba, como lo hizo el drone, somos testigos de su grandeza”. Reflexionando aún más, comenta que cada lugar y cada oportunidad los da Dios, pero, podría decir Dios: “Te tiene que costar algo o ¿lo quieres fácil. ¡No te pases!”.

Con algo de tristeza, pero con la convicción de que en su hogar continuará el proyecto de vida que ha ido forjando, despedimos a don Alfredo Requena. Gracias, Alfa R.

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