17

Ene

2023

Artículo de opinión

Vacaciones para crecer

Lo deseable es que cada periodo de vacaciones permita un cambio de actividades y que estas sean ricas culturalmente ya que, por naturaleza, los niños siempre están aprendiendo y necesitan oportunidades para desarrollar sus talentos.

Por Moises Pariahuache. 17 enero, 2023. Publicado en El Peruano, el 14 de enero de 2023.

Las vacaciones escolares marcan un hito importante en la organización de las familias; si bien significan prescindir, en buena medida, de la rutina de preparación para asistir en horarios fijos, también se acompaña de preocupaciones en torno a cómo ocupar el tiempo libre de los niños; pero, esto es relativo, pues depende de la condición de cada hogar. Algunas familias integran a los niños en sus actividades productivas como el pastoreo, el cultivo del campo, el apoyo en algún emprendimiento; o en talleres para que desarrollen habilidades específicas.

Lo deseable es que cada periodo de vacaciones permita un cambio de actividades y que estas sean ricas culturalmente ya que, por naturaleza, los niños siempre están aprendiendo y necesitan oportunidades para desarrollar sus talentos.

En estos periodos, los padres tienen el gran desafío de educar a sus hijos en el uso del tiempo libre y el cultivo de sus intereses. Su principal responsabilidad es ocuparse del crecimiento de sus hijos, procurarles oportunidades idóneas para su realización como persona única y valiosa. Sin embargo, a menudo se advierte una gran contradicción entre la agenda saturada de actividades de los padres y el abundante tiempo de ocio de los hijos. A veces, la falta de un plan de actividades conduce a los niños al aburrimiento, al sentimiento de soledad, desgano o al desarrollo de adicciones.

En la familia, ayuda mucho el diálogo respetuoso, empático y constructivo; una comunicación que implique una clara disposición a compartir lo que se sabe, escuchar al otro y cooperar activamente en las responsabilidades del hogar. Recuerdo el testimonio de un padre que, con claro afán de crecer, trataba de conciliar el trabajo y la familia. Con su esposa, cuidaba mucho de sus hijos, los engreían con regalos divertidos y educativos y, de vez en cuando, hacían viajes familiares. Una vez crecidos los hijos, le preguntó a uno de ellos: ¿qué es lo que más te gustó de tu niñez?; la respuesta lo sorprendió: “Recuerdo con mucha gratitud aquella vez que jugamos juntos y tú me cargabas en hombros”. Si se trata de priorizar, se valora más la calidad del encuentro personal entre padres e hijos.

Estas vacaciones, si coinciden con las de los niños, pueden aprovecharse para fortalecer los vínculos filiales y fraternales, descubrir los intereses de cada niño y compartir con ellos experiencias de vida que marquen una impronta positiva.

Cada niño es un ser único. Está dotado de potencialidades que debe ir desarrollando a lo largo de la vida. En su crecimiento, convergen varios factores, tales como la escuela, la familia, la ciudad, el estado y la empresa, como explica José Antonio Marina en su libro: Despertad al Diplodocus. Una conspiración educativa para transformar la escuela… y todo lo demás; pero, los primeros educadores son los padres. Son ellos, por ejemplo, los llamados a descubrir los intereses de sus hijos y procurarles escenarios para el perfeccionamiento de esos talentos que los hacen únicos.

Descubrir el talento de un niño no es tan simple, amerita mucha atención y paciencia para ir identificando sus habilidades, lo que le gusta hacer, y para encauzar sus acciones de modo que le den sentido a la vida. Sobre las capacidades, Gregorio Luri -profesor de filosofía- advierte que tener dominio de capacidades es bueno, pero no todas importan; por ejemplo, aquellas que sostienen lo vicioso: como el mentir o delinquir en general. En ese sentido, importa descubrir los talentos, desarrollarlos y encauzarlos al buen obrar. La deseada felicidad, aunque se diga que depende de la interpretación personal, tiene lugar cuando la persona sabe que ha usado sus cualidades para el bien.

Leonardo Polo, un agudo pensador en los trascendentales personales, contaba que, en su infancia, con el afán por descubrir sus intereses, su padre le regalaba libros temáticos. En una oportunidad, cuando exploraba atento un libro de anatomía, su padre le susurró: Veo que ten encanta conocer el cuerpo humano, creo que podrías ser un buen médico. En otra oportunidad, revisaba unos libros de química; esta vez, le dijo: quizá lo tuyo sea la ingeniería. Los libros eran, para el padre, un medio para ocupar el tiempo libre e identificar los intereses del hijo. Seguro que hay muchos otros, pero se debe procurar que cualquiera que se use, sea adecuado a la condición del niño y respete su libertad. Los padres, con su ejemplo, pueden persuadirlos por una profesión en particular, pero de ningún modo deben violentar su libertad ni evitar el cultivo de su vocación.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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