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Oct

2021

Martha Chira: “Me llevo el imborrable sello de la UDEP”

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Con cerca de cuatro décadas en la universidad, Martha mira atrás y reconoce que han pasado los años; lo nota en las huellas físicas y también en la experiencia y modo de pensar. Llegó el momento de jubilarse.

Por Koko Zavala. 14 octubre, 2021.

Martha Mercedes Chira Guerrero (Marthita para sus amigos) llegó por primera vez a la Universidad de Piura, en 1984. Era entonces técnica de laboratorio clínico, por lo que se desempeñaba como laboratorista; sin mucho aspaviento, como una hormiguita, como dirían sus compañeros, y no por su menuda figura.

La vicerrectora académica, Susana Vegas, entrega el escudo de la UDEP a Martha.

“Las primeras tareas que realicé fueron unos exámenes de hemogramas, grupos sanguíneos, parasitológicos, etc. Ese mismo año viajé a Lima por tres meses, para actualizarme en técnicas de laboratorio. Un gran apoyo para las actividades que realicé”, recuerda. Años después, se tituló de licenciada en Tecnología Médica, con especialidad en Laboratorio Clínico.

Era tal su discreción que muchos trabajadores no sabían quién era, y casi nunca se le veía por otros ambientes universitarios. Su mundo siempre fueron el microscopio y los análisis, sin descuidar a sus amigos y a quienes atendía.

Su vida en la UDEP
“Mis primeras actividades en el laboratorio consistían en brindar atención a alumnos, profesores, personal administrativo y demás miembros de la universidad, en los servicios de hematología, uroanálisis, parasitología, bioquímica, inmunología, microbiología. En 1985, propuse a la doctora Rosa María Cipriani realizar análisis de laboratorio a los alumnos ingresantes. Tras proponerla al Consejo Superior, fue aceptada y se puso en práctica”, recuerda emocionada Martha.

A largo de estos años, la responsabilidad y puntualidad fueron la pauta en su trabajo; sin dejar de ser una esposa y madre abnegada. Su espíritu de servicio fue reconocido en las diversas campañas sociales de la UDEP, así como las numerosas atenciones domiciliarias a pacientes familiares de algún trabajador, para tomarles las respectivas muestras de sangre.

Los “caseritos” del laboratorio, a quienes Martha atendía, extrañarán la extrema suavidad de sus manos, al punto de que ni siquiera sentían los pinchazos para extraerles sangre. Es probable que, en las campañas de vacunación que actualmente se realizan contra la COVID 19, Martha habría sido la preferida por muchos.

De todos estos años, a Martha le enorgullece haber conocido a grandes personas y amigos que le apoyaron desde un primer momento; así como el haber recibido las medallas en reconocimiento de la UDEP, la de sus primeros 25 años de trabajo y la de los 50 años esta casa de estudios. También le satisface haberse formado día a día como una profesional muy competente.

“Recordaré con mucho afecto a todos mis amigos del Policlínico Universitario, con quienes he compartido ideas, sugerencias, consejos; y, hemos celebrado juntos los buenos momentos. Siempre los consideré mi segunda familia”, dice Martha.

El jefe del Policlínico Universitario, Gerardo Castillo, comenta: “Marthita se ha distinguido siempre por ser una trabajadora incansable y silenciosa: entrabas al laboratorio y siempre la encontrabas trabajando, con una disposición permanente de ayudar en lo que fuera necesario. Su timidez iba de la mano con una enorme discreción, por lo que puedo asegurar que es una persona digna de una total confianza. Muy cuidadosa y siempre pendiente de su familia, especialmente de Juan su esposo y de su hija Rosa Daniela. ¡La echaremos muchísimo de menos!

La jefa del laboratorio de Análisis clínicos, Luz Estela, destaca la responsabilidad, puntualidad y trabajo bien hecho de Martha. Además, “muchos de nuestros pacientes la van a extrañar, pues decían tenía manos de oro para encontrar venas difíciles y sacar las muestras sin causarles dolor. Ella hacía vida el ideario de la universidad: con el cuidado de los equipos y materiales, la entrega de su trabajo a tiempo y su gran disponibilidad para colaborar y apoyar, antes de que se lo soliciten”.

En tanto, su compañera de laboratorio, Jessica Aldana, resalta su paciencia: “Con ella aprendí muchas técnicas de análisis en el laboratorio; aprendí de su responsabilidad y de su gran sentido del humor; es una amiga muy leal”, comenta, mientras recuerda las anécdotas que vivieron juntas y “las charlas que teníamos en el laboratorio, donde hablábamos de nuestros proyectos, la familia, del arte culinario, sus manualidades…”.

La valija de los recuerdos
Nos cuenta también que lleva en su sencilla, pero valiosa valija: “innumerables recuerdos y anécdotas de los primeros amigos que conoció en la UDEP, que me orientaron y guiaron, en tantas conversaciones y buenos momentos”.

Precisamente una de ellas, Margarita Huayama, dice: “La conozco desde hace muchísimos años. Durante todo este tiempo ha sido una buena amiga: franca, sincera, leal, noble y servicial. Siempre se ofrecía a ayudarme, cuando lo necesitaba…Cuando la universidad fue creciendo, nos alejamos físicamente, pero siempre permaneció atenta a mi salud y la de mis padres, porque sabía todo lo que significaban para mí”.

Por su parte, Gelina Agurto, quien la conoce desde hace más de 35 años, expresa: “Marthita es una mujer súper buena, sensible, profesional dedicada y eficiente. Muy tenaz, y luchadora con sus propósitos personales y familiares. Pero, quizá, la cualidad que más resalta en ella es su discreción: siempre reservada en el ser y el hacer, lo que le ha permitido ser una compañera muy querida; la destacó y la diferenció”.

Un sello indeleble
Martha nos dice que está orgullosa de formar parte de la familia UDEP. “Para mi será imborrable el sello que imprimió en mí, y que la caracteriza: con la formación profesional y espiritual que brinda; la disciplina en todo y de todos; y el ambiente agradable de trabajo. Me alegra también haber sido testigo del crecimiento del Policlínico y de los servicios que ofrece”, comenta.

Martha no quiere despedirse sin dejar estas palabras para la familia udepina: “valoren la confianza que les da la universidad; tengan gran iniciativa, responsabilidad y compromiso en cada labor que realicen y aprendan -constantemente- de todo el equipo de trabajo que siempre estará para apoyarlos y orientarlos”.

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