La creencia, confianza, asentimiento de una persona en relación con algo o alguien, y se manifiesta por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad de aquello en lo que se cree.

Por Jaime Ancajima. 14 julio, 2021. Publicado en El Tiempo

La madrugada del jueves pasado, mientras hacía cola afuera de la Universidad de Piura para recibir la primera dosis de la vacuna contra el COVID y a dos días de cumplir 58 años, tuve un lindo regalo ese día: la alegría de conocer y conversar con una señora que me dio una gran lección de fe, tan necesaria en estos días.

Patricia me contaba que una vez ella pasaba por una gran crisis económica, y pedía a Dios ayuda (muchas noches) para poder salir de esa situación. Entre otras cosas, le decía a Dios: “Yo haré todo lo humanamente posible para salir de esto, que yo sé que tú harás lo imposible para guiarme y darme sabiduría”.

Una mañana, cuando estaba por la calle, me cuenta  que una mujer se le acercó y le puso en sus manos exactamente la cantidad de dinero que ella necesitaba para pagar una letra por la compra de su casa, la cual perdería sin no hacía ese pago. Patricia le preguntó a la desconocida por qué hacía eso y ella le dijo que le había prometido a Dios ayudar a la primera persona que encuentre en la calle en cuanto él le concediera la gracia solicitada.

Patricia le contó esta historia a un párroco y este, al escuchar la historia, empezó a llorar y le explicó que él le había pedido a Dios una señal concreta porque sentía que le faltaba más y mayor fe.

La fe es la creencia, confianza o asentimiento de una persona en relación con algo o alguien y, como tal, se manifiesta por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad de aquello en lo que se cree. La palabra proviene del latín fides, que significa ‘lealtad’, ‘fidelidad’. El papa Francisco nos dice que “la fe es creer en un Dios Persona y que la fe es un don es un don que comienza cuando te encuentras con Jesús, Persona real”.

La madre Teresa de Calcuta decía: “el fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio”.

Tengamos fe en nosotros mismos, en nuestras fortalezas, en nuestras habilidades, en nuestras capacidades. Asimismo, confiemos plenamente en nuestras decisiones basándonos en información o hechos fidedignos, no le tengamos miedo al fracaso, pues de los errores siempre se aprende, tengamos claras nuestras prioridades, seamos constantes y determinados.

Además, aceptemos que para conseguir nuestros sueños debemos renunciar a algunas cosas no imprescindibles, y no dudemos en pedir consejos a las personas que más nos conocen y nos quieren, cuando nos sintamos nublados en nuestro camino. ¡Con fe vemos, vemos lo invisible!

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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