Una frase que quedó para la historia futbolística fue la que Diego Armando Maradona pronunció al momento de su retiro: “la pelota no se mancha”, clara alusión a que más allá de sus errores –por todos conocidos–, la práctica del fútbol implicará siempre el máximo esfuerzo por el bien del equipo y del espectáculo. Lo […]

Por Cesar Flores Córdova. 07 marzo, 2012.

Una frase que quedó para la historia futbolística fue la que Diego Armando Maradona pronunció al momento de su retiro: “la pelota no se mancha”, clara alusión a que más allá de sus errores –por todos conocidos–, la práctica del fútbol implicará siempre el máximo esfuerzo por el bien del equipo y del espectáculo. Lo mismo podríamos decir de la práctica radiofónica: no por gritar más o por expresarte “a tu modo”, conseguirás más gente que te escuche.

Algo que siempre repito es que hacer radio está muy lejos de ponerse frente a un micrófono y decir cualquier cosa que se nos ocurra. Si fuera así, los cursos sobre teoría y práctica radiofónica no tendrían razón de ser. En los pocos años que me dediqué al periodismo radial, los comunicadores preparados fuimos echando en falta el poco cuidado que algunas emisoras ponían a las estructuras de sus programas y a las expresiones de sus locutores y conductores.

Hoy esa realidad no ha cambiado mucho. Aunque han aparecido nuevas propuestas radiales –noticieros locales y programas musicales– aún el respeto al oyente no se llega a interiorizar, aunque de micrófonos para afuera se diga lo contrario. Y esto se refleja en las cifras de un estudio publicado por Concortv: solo 16% de piuranos escuchan radios locales; 76% consideran que las emisoras no deberían emitir palabras soeces e insultos; y 72% considera que las frases de connotación sexual o de doble sentido no deberían emitirse.

Pero, ¿qué significa ser un locutor y/o conductor preparado? Tiene que ser una persona leída. La lectura ordena el cerebro y un cerebro ordenado puede expresar sus ideas sin titubeos. Esto es uno de los requisitos base en la práctica radiofónica pues la claridad y sencillez aseguran la comprensión del mensaje y facilitan su posterior transcripción oral (locución). Luego, debe tener una preparación académica acorde a lo que el mundo de la comunicación radial exige: precisión, rapidez y claridad.

La falta de estas condiciones ha generado los “programas espejo”, tal como lo define Gina Gogin, donde solo el conductor habla y parece tener la verdad de las cosas; esta mala práctica mata la naturaleza de la radio, un medio hecho para el diálogo. Cuando se emiten estas propuestas se afecta al oyente porque pareciera que gana el deseo de expresar las propias individualidades y no la obligación de comunicarse con los receptores. Además, evidencia la falta de un análisis básico para lanzar una propuesta radiofónica.

Una emisora de radio no solo es equipos, tecnología, cabina, botones, micrófonos; sino personas que tienen la responsabilidad de echar a andar todo esos recursos; por ello, deben estar bien preparados. Eso implica planificación, producción, pruebas, potencial técnico, realización e investigación en sus diversas modalidades. Sin miedo a equivocarme, creo que pocas emisoras de la región hacen todo este trabajo.

Hablar del panorama radial de una ciudad no solo es hacer referencia a un número de emisoras, sino que debemos analizar, tal como lo apunta Gina Gogin, la multiplicidad de propuestas radiales, de objetivos y usos sociales del medio que se ponen en marcha a distintas horas y desde diferentes lugares. Estas propuestas dan cuenta, como otras esferas de lo social, de cómo la gente se distrae o entretiene, pero también de cómo cambia, se fusiona, se mezcla, se arma el rostro y la vida de una ciudad, y de un país. Por ello, la preparación del comunicador radial debe ser una condición sine qua non para el ejercicio de la profesión. El oyente merece las cosas bien dichas.

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