Con la voz de Renato Calderón y la impecable Virtuous Sound en escenario, la UDEP vibró con los grandes éxitos de Frank Sinatra, en un tributo que llevó al público a la era dorada de la música.
Por Manuel Camacho-Navarro. 25 agosto, 2025.Fue una velada que embarcó a un público expectante a aquella época de oro del swing en cuatro tiempos y las grandes orquestas de salón. Era la noche del viernes 22 de agosto y más 200 amantes del swing se hicieron oídos de “My Way: Tributo a Sinatra”, un concierto organizado por el Centro Cultural de la Universidad de Piura. La performance estuvo interpretada por la proverbial voz de Renato Calderón y la eufónica Orquesta Virtuous Sound.
El color de la noche golpeaba los espejos del salón y se respiraba ese aroma melancólico y dulzón de la media noche, los brillos y el blues. La Orquesta Virtuous Sound, integrada por intrincadas cuerdas, pomposos vientos y una paralizante percusión, acompañó la voz de Renato Calderón, quien asumió el reto de interpretar algunos de los temas más icónicos del mito Frank Sinatra.
La atmósfera se impregnó de elegancia desde los primeros acordes tocados por Virtuous Sound, en un opening que adelantó todos los temas que se entonarían en la velada. Desde You make me feel so young y The way you look tonight, hasta alcanzar momentos de complicidad con el público en piezas como Fly me to the moon o Theme from New York. Renato Calderón y la orquesta dirigida por Deiver Vilera entregaron algo más que música: invitaron a jóvenes, adultos y ancianos a volar con ellos.
Uno de los instantes más emotivos de la noche llegó con My way, donde la interpretación de Calderón, apoyada por la fuerza orquestal, arrancó un prolongado aplauso hacia el final del último acorde, con una ovación de más de dos minutos. Por supuesto, no faltaron clásicos como Come Fly with me, Strangers in the night y L.O.V.E., que evocaron recuerdos y provocaron sonrisas nostálgicas entre parejas y matrimonios.
Este tributo fue un homenaje, la proyección de una experiencia, un respiro a aquel pasado que sonaba y sabía distinto: a jazz, a melancolía o a una madrugada de lluvia y luces pasionales. Este concierto, que vendió todas sus entradas, permitió a los espectadores redescubrir la magia, a veces oscura y dulcemente agresiva, de Sinatra en vivo: la calidez de sus canciones, la energía del swing y la universalidad de letras que aún hoy tocan el recuerdo de una vida pasada.
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