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May

2023

Partió al cielo don Jorge Saldaña, entrañable amigo de la UDEP

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A los 91 años, don Jorge Nicolás Saldaña Montoya dejó este mundo para ir a uno mejor. Su extraordinaria calidad humana, su profundo espíritu cristiano y cada una de las acciones humanitarias que realizó nunca serán olvidadas.

Por Elena Belletich. 25 mayo, 2023.

El doctor Jorge Saldaña fue un muy querido médico que trabajó en el Centro Médico de la Universidad de Piura (hoy Policlínico Universitario) durante casi 20 años, con sencillez, humanismo, gentileza y don de gentes. Durante su permanencia en la UDEP, hasta cuando cesó (2001), se desempeñó también como colaborador docente, primero; y luego, como profesor ordinario de nuestra casa de estudios.

“El doctor Jorge Saldaña, tan querido por todos, fue un hombre cercano, alegre y positivo. Siempre con una broma simpática por delante, y su deseo sincero de ayudar, de servir. Lo pudo hacer muchos años en el Servicio Médico de la universidad, donde atendía con cariño a todos. Les daba sabios consejos de vida y una dosis de buen humor, además de la cura médica”, comenta el doctor Antonio Mabres.

El doctor Pablo Pérez señala: “Tenía un gran cariño a la universidad, lo demostró cuando vino ayudar al centro médico y con su preocupación por la salud de los alumnos y de los profesores, a quienes atendía con gran cariño; con gran dedicación y espíritu de servicio. Nunca estaba preocupado por sí mismo, a pesar de que tenía sus propias preocupaciones; vivió, fundamentalmente, preocupado por la gente; era muy buena gente, un santo diría”.

Recordar a don Jorge Saldaña es recordar también a su inseparable compañera (Chelita Coronado, quien partió hace ya unos años). “Con su esposa, a la que tanto quería, supieron formar una maravillosa familia. Recuerdo con gratitud su cariño a mis padres a raíz, sobre todo, de que una de sus hijas los trató en Barcelona. Nunca olvidó sus aniversarios ni rezar por ellos, cuando ya fallecieron. Me conmovía cuando con sencillez me lo decía”, agrega Antonio Mabres.

Los trabajadores de la universidad, así como los estudiantes de entonces, que alguna vez pasaron por su consultorio, recordaremos siempre su amabilidad y paciencia, para atender cada uno de nuestros males; y su generosa solidaridad. Si un estudiante necesitaba alguna medicina no dudaba en conseguirle muestras médicas o traer alguna de su casa.

Su amigo el profesor César Chinguel recuerda bien el talante humano del doctor Saldaña: “Mientras desempeñaba su labor médica, reservaba mucho tiempo a la atención gratuita de quienes no podían pagar una consulta, y su trato hacia el paciente era siempre de hijo o hija. Los pacientes salían siempre con tres recetas: una para el cuerpo, otra para el alma, y la tercera (y más importante) era hacerles ver que eran personas valiosas por ser hijos de Dios”.

“Era una persona muy servicial y con un buen sentido del humor”, recalca con cariño Jessica Aldana, quien trabaja en el laboratorio del Policlínico.  “Fue un gran amigo, padre, consejero, que siempre tenía tiempo para todos. ¡Lo máximo!”, expresa Lola Palma, administrativa de la universidad.

Y, fue así, un consejero y un padre para quienes se acercaron a él. Esto lo sabe bien, el profesor Chinguel: “El doctor Saldaña fue un gran esposo y padre. Lo fue desde luego de sus hijos, y, también, lo descubrí con los años, de sus amigos.  Tuve la suerte de que nuestra amistad se hiciera muy profunda. No había conversación en la que no me recordara el amar cada vez más a mi esposa. Hablábamos con frecuencia del amor a “Chelita” – su esposa – y de la paz que sentía porque ella ya estaba feliz en el cielo.  Pude aprender de él su delicadeza, naturalidad y buen humor en el trato con el Señor.  En los últimos años, solía decirme que, aunque sentía los dolores propios de la edad, no tenía ‘miedo a nada, estoy muy bien’”.

César también nos hace recordar la frase que usaba don Jorge Saldaña al despedirse: “pórtate bien”. “Con ella espoleaba el alma y hacía poner los pies en la tierra. Se podría escribir mucho, pero creo que es mejor agradecer a Dios por habernos regalado la vida de Jorge, quien desde el cielo y con su “Chelita” sigue ejerciendo esa paternidad alegre.  ¡Gracias por tanto querido Jorge, ayúdanos más y mejor desde el cielo!”, expresa.

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