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Abr

2023

Lluvias y cambio climático: ¿cómo convivimos con ellos?

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El norte del Perú ha sido golpeado nuevamente con fuertes lluvias, que van dejando miles de damnificados. Especialistas de la UDEP abordan las causas y consecuencias de estos eventos climatológicos y cómo prevenir sus impactos negativos.

Por Betsy Salazar. 17 abril, 2023. Publicado en Suplemento Semana, El Tiempo, el 16 de abril del 2023.

Créditos: Koko Zavala.

Las intensas lluvias, como las ocurridas en distintas regiones del norte del Perú como Piura, Tumbes, Lambayeque y la Libertad han dejado pérdidas y desesperanza en varias familias, quienes han perdido todo a causa de las inundaciones. Este triste panorama no es nuevo, hace seis años estas zonas también sufrieron los embates de la naturaleza; por ello, todos nos preguntamos por qué, otra vez, nadie estaba preparado. ¿Quién es el responsable o responsables?, ¿qué se ha debido hacer para solucionar esta problemática?, ¿estos eventos climatológicos son consecuencia del cambio climático? Los ingenieros Rodolfo Rodríguez y Gaby Ruiz, profesores de la Universidad de Piura, explican algunos de estos aspectos.

Hace algunas décadas, desde que se tomó en cuenta el cambio climático, se estimó que uno de los efectos que tendría era la recurrencia e intensidad de los eventos de El Niño. Dado que el actual cambio climático es producto del calentamiento global, las aguas de los océanos también lo sufren; por tanto, en el caso del Océano Pacífico, la intensidad de El Niño afecta a todos con lluvias inusuales, refiere el ingeniero Rodolfo Rodríguez, director de la Estación Científica Ramón Mugica de la UDEP-Campus Piura.

Los eventos actuales tienen matices diferentes a los ya conocidos como eventos “Niños Globales (1983 y 1998) ya que ahora se tiene la ocurrencia de los denominados niños costeros, como el del 2017 y el actual, en los que el calentamiento ocurre frente a las costas de Ecuador y Perú. Por eso, es necesario adoptar “medidas de mitigación y adaptación”.

Otros efectos del cambio climático
Aparte de las lluvias inusuales, el cambio climático, señala el director de la Estación Científica, produce una alteración climática pues el clima de la región es influenciado por la temperatura del agua del mar. Un efecto directo, dice, son las altas temperaturas del aire que tiene que soportar la población de esta zona; un ejemplo claro de esto son las altas temperaturas de este tipo que se están dando en Lima.

Además, otro efecto importante es la proliferación de insectos, moscas y zancudos, que invaden la ciudad a consecuencia de las lluvias y las altas temperaturas, trayendo consigo secuela de enfermedades. Se atribuye al actual cambio climático la aparición de enfermedades como el Zika y la Chikunkuya.

Por otro lado, en las ciudades asentadas en cuencas ciegas, donde la evacuación de aguas pluviales demora, la normal forma de vida de los pobladores se ve alterada teniendo que optar por formas alternativas de transporte o la evacuación de las viviendas. Las actividades productivas y económicas de la ciudad también se ven afectadas, indica Rodríguez.

¿Cómo preparar a la región?
Para el profesor Rodríguez, se deben tomar medidas adaptadas al cambio climático. Las alteraciones del clima deben tomarse en cuenta en la toma de decisiones y en el diseño de las infraestructuras (puentes, carreteras, edificios públicos, viviendas, etc.).

El Gobierno regional tiene que darle atención al mejoramiento de la infraestructura y priorizar el plan de manejo de drenaje integral de la ciudad. “Y, la población tiene que ser consciente de que esta solución no se puede hacer en tres, seis meses o un año, sino que va a tomar tiempo e implica invertir recursos importantes para que los especialistas desarrollen soluciones adecuadas”, afirma la ingeniera Gaby Ruiz.

Por otro lado, el GORE debe coordinar con los gobiernos locales la revisión del mapa de riesgos; y, en la ciudad, se deben dar alternativas que faciliten el drenaje. Las motobombas se deben olvidar para solucionar este problema porque su uso funciona si hay dos o tres cuencas ciegas en la ciudad, pero si hay más de 50, no tiene sentido, dice la especialista.

“Cuando la Municipalidad establece la zona de desarrollo urbano también deben tener marcadas las zonas donde la topografía es más baja y donde existe riesgo. Los gobiernos locales pueden establecer directrices a través de ordenanzas municipales para cuidar estos aspectos en los proyectos urbanos”, sostiene Ruiz.

También, se debe alertar a las inmobiliarias, de modo que, si reciben esos proyectos para aprobación, aunque no lo pida la norma, revisen también ese aspecto. “No obviemos estudios importantes con el pretexto de que la norma no los pide”, expresa Ruiz Petrozzi.

Recomienda mantener en buen estado las vías, pues muchas veces se dejan sardineles o bermas con tierra lo que ocasiona que las lluvias deterioren las pistas y colapsen los buzones.

Las autoridades y la población deben procurar un crecimiento urbano ordenado teniendo siempre en cuenta vivir en una ciudad no inundable. Ante ello, Rodríguez, indica que los datos de lluvias y caudales deben ser tomados en cuenta en el diseño de las infraestructuras, como canales, calles, drenes, etc.

Las alternativas de solución deben estar pensadas a largo plazo y que no solo sean hechas por la crisis o por el gobernador de turno, sino que sean responsabilidad de todos los gobiernos locales y regionales, independientemente de la autoridad que llegue en su momento. “Esto debe ser como una hoja de ruta a nivel regional en coordinación con todas las provincias porque ya no podemos seguir en este plan”, añade Gaby Ruíz.

El papel de los ciudadanos
Gaby Ruiz sostiene que los ciudadanos deben hacer caso a los mapas de riesgo que identifican las zonas inundables. “Son puntos que ya están identificados hace muchísimo tiempo y no solo se inundan, sino que son espacios necesarios para que en el resto de la ciudad drene el agua. Es imposible llevar el agua hasta el río, hay mucha distancia, no es viable ni realista porque se tendría que poner una tubería de muchos metros por la ciudad”.

Además, dice que en las casas se deben evitar, en la medida de lo posible, los techos horizontales, son preferibles los inclinados porque tienen un mejor funcionamiento, y, si hay proyección para seguir construyendo, en el techo horizontal se debe colocar un falso techo. Estos techos siempre deben ser revisados por un personal capacitado; a veces, los miembros de las mismas familias quieren arreglarlo, pero esto puede terminar en tragedia, como se ha visto últimamente.

Agrega que la construcción de las viviendas no puede estar por debajo de las calles. Si no hay niveles de pistas o veredas, se debe tratar de rellenar y colocar el primer nivel de la casa por lo menos medio metro por encima del terreno ya que eso permite que no esté tan expuesta a inundaciones.

También, sugiere que se deben revisar las instalaciones eléctricas, porque se humedecen o les ingresa agua por las tuberías que están al exterior de la casa.

En cuanto a las construcciones, Ruiz señala que las personas deben ser prudentes porque, aunque una estructura puede ser duradera no es eterna. Ninguna puede soportar huaicos y hay que evitar colocarse en el curso de estos, que a veces son quebradas que tienen 50 años o 100 años sin activarse, pero pueden hacerlo en cualquier momento.

Lo negativo y positivo, ¿cómo convivimos con las lluvias?
Los impactos negativos son bastante conocidos y los podemos ver y vivir cuando las calles se inundan, colapsan los desagües, el transporte se dificulta y hay alerta de desbordes del río.

En zonas rurales siempre existe la amenaza de la caída de huaicos, crecimiento de quebradas y caída de puentes que inundan los pueblos y sus campos de cultivo. El transporte entre pueblos también se ve afectado por la interrupción en los caminos y carreteras, lo que trae consigo el aumento de los precios en productos y servicios, comenta Rodríguez.

Sin embargo, las lluvias también tienen efectos positivos porque aseguran el recurso hídrico en los reservorios de Poechos y San Lorenzo, tanto para el consumo humano como para las actividades agrícolas. Por otra parte, el bosque seco se ve reforestado y, por tanto, se tiene mayor producción de madera, abundantes pastizales y aumento del nivel de los acuíferos, añade.

En áreas desérticas se siembran cultivos temporales, como maíz y frejoles, justamente para aprovechar el agua de lluvia. Y, las lagunas que se forman en estas áreas, como La Niña, sirven como un lugar de pesca para los pobladores del desierto.

Desde El Niño de 1983, se ha recomendado la necesidad de aprender a convivir con este fenómeno, con sus aspectos positivos y negativos, pero, lastimosamente, refiere el doctor Rodríguez, todos olvidan muy pronto sus estragos y no se hacen esfuerzos para educar a la población acerca del fenómeno y de los impactos que tiene, acota.

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