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2022

El legado de Víctor Morales: su ejemplo de orden y coherencia

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"Ha marcado muchas vidas, entre ellas la mía. ¡Que Dios lo tenga en Su Gloria, queridísimo doctor Morales!".

Por Gerardo Castillo. 22 agosto, 2022.

Conocí al doctor Víctor Morales (1943-2022) en diciembre de 1992, cuando retornó a Piura para hacerse cargo de la Dirección del Área Departamental de Ciencias Biomédica de UDEP (ADBM). Terminaba mi contrato en la UDEP y estaba a punto de marcharme. Sin embargo, luego de conversar largamente con él, me animó a quedarme para ayudarle a sacar adelante la Facultad de Medicina, un sueño tan ansiado por él y por la universidad, de la cual era pionero (uno de sus nueve primeros profesores).

Desde el primer, momento noté que era una persona sumamente organizada. Tenía todo siempre en su lugar y si este no existía, le creaba uno. Tenía una mente muy ordenada y tenía claro el norte de nuestro diario quehacer. El trabajo bien hecho, la transparencia, coherencia, su carácter firme, jovialidad (dentro de su seriedad), así como el ser firme defensor de lo justo fueron características de su vida ordinaria, que constituyeron un ejemplo para todos los profesionales que tuvimos la oportunidad de trabajar cerca de él.

A pesar de su sapiencia, Víctor era una persona muy sencilla, se contentaba con cosas muy básicas. Nos enseñó, con su ejemplo, que el tener un cargo directivo no significaba recibir una atención especial, era uno más. No le agradaba ninguna atención diferente ni siquiera para el día de su cumpleaños.

Impulsó la enseñanza de las Ciencias biológicas en las diferentes facultades de Campus Piura, como en las de Derecho, Educación, Comunicación y Ciencias Económicas y Empresariales. En el dictado de esas clases, se esforzaba por “hacer pensar” a los alumnos, ya que tenía la firme convicción de que esa cualidad era clave para su formación. Sabía escuchar y era muy profundo al opinar, nunca tomaba las cosas con frivolidad, cuando acudíamos a él por un tema a consultar.

Era como un padre para nosotros, especialmente para los que nos incorporamos a la universidad muy jóvenes. Nos fue forjando de a pocos, frenando a veces nuestra vehemencia en el quehacer cotidiano y haciendo madurar muy bien las ideas antes de dar el primer paso.

Cuando le tocó retirarse de la UDEP, lo hizo con total tranquilidad, aunque su rostro reflejaba la tristeza de dejar una tierra donde tantos años había vivido, así como una universidad a la que había dedicado el trabajo de toda su vida. Ha marcado muchas vidas, entre ellas la mía. ¡Que Dios lo tenga en Su Gloria, queridísimo doctor Morales!

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