11

Jul

2022

Artículo de opinión

Profesor universitario: hoy más que nunca

Hoy, los desafíos son enormes y hay que ser conscientes de ello. Para afrontarlos, un profesor universitario tiene que empezar por serlo realmente. Es decir, se tiene que afanar para incrementar el saber y la verdad.

Por Genara Castillo. 11 julio, 2022. Publicado en El Tiempo, el 11 de julio de 2022.

Ser profesor universitario trae consigo (hoy más que nunca) una gran responsabilidad, porque, ¿de dónde salen los profesionales que dirigen el país, los médicos, los abogados, los educadores, los comunicadores, los empresarios, los economistas y un largo etcétera? De las aulas de nuestras universidades.

Hoy, los desafíos son enormes y hay que ser conscientes de ello. Para afrontarlos, un profesor universitario tiene que empezar por serlo realmente. Es decir, se tiene que afanar para incrementar el saber y la verdad y, para ello le tiene que ilusionar el estudio y la investigación, personal y en equipo; pero, primero la personal, ya que –como nos recordaba un gran profesor universitario, don Leonardo Polo– la universidad es una institución cuya misión es cultivar el saber, la verdad, en el más alto grado.

Dedicarle la vida a la verdad es una tarea apasionante: buscarla para que, al poseerla, se pueda entregar a los demás; de esta búsqueda se benefician los alumnos directamente, ya que “nadie da lo que no tiene”. Los profesionales que salen de nuestras universidades se llevarán lo que les hayan dado sus profesores; por eso, si queremos buenos y probos médicos, magistrados, empresarios, educadores, periodistas, etc., hay que ir a los profesores que los forman.

Ser profesor universitario realmente no es fácil. El amor a la verdad comporta una búsqueda incansable. Al respecto, recuerdo el ejemplo del queridísimo doctor Ramón Mugica quien, incluso en los días antes de su partida al Cielo, seguía estudiando. Muchas veces, esa búsqueda comporta muchos sacrificios, casi tantos como la docencia: desde que le dan al profesor la carga académica y le dicen “estas son las tres asignaturas que darás este semestre”, inmediatamente se pone a preparar material, a actualizarse. Luego, con los alumnos, está el acompañamiento en esa transmisión y descubrimiento de la verdad. Qué admirable es verlos tan distintos, cada quien tiene esa riqueza personal, a la que contribuimos también con la formación ética.

De los jóvenes, es admirable su frescura, su autenticidad, su generosidad. Es muy raro ver a un alumno resabido o como se suele decir con “el colmillo retorcido”, con secretas intenciones, con perfil psicológico egocéntrico que en todo va buscando su propio interés. Ante ellos, uno se pregunta: ¿qué será de este alumno después?, siendo conscientes de que estamos ahí para ayudarle a construir su futuro. Por eso, ser profesor universitario es mantenerse joven, auténtico y generoso, aunque pasen los años.

¡Felicitaciones a todos los colegas, especialmente a los futuros docentes, en esta tarea tan importante y necesaria!

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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