Eliodoro Carrera Chinga, doctor en Ingeniería Industrial, es el segundo de once hermanos de una familia piurana, donde todo lo obtenido era fruto del trabajo.

Por Silvia Torres. 14 noviembre, 2012.

Eliodoro Carrera

A inicios de los 80, Eliodoro pensó postular a la carrera de Medicina, pero solo había en Trujillo. Las huelgas de entonces y la orientación de su hermano lo hicieron decidirse por la Ingeniería. Con el apoyo de su profesor de Religión del colegio Perpetuo Socorro, Marzio de Espíritu, consiguió una beca en una de las mejores academias e  ingresó a la Universidad de Piura.

Tras ingresar, no todo fue fácil para él. Análisis Matemático, Análisis II y Mecánica Dinámica fueron lo más difícil de su formación; curiosamente, este último le gustó tanto, que lo enseñó hasta hace algunos años.

Definí mi camino en la Ingeniería con mucha naturalidad, porque me llamaba la atención la parte numérica: ¿Cómo convertir algo real en un modelo, en una ecuación? Describir el fenómeno de la  vibración, el calor, la deformación de una estructura, eso hizo que me decidiera.

Colaboró en cursos como: Física, Cálculo, Algoritmos y Programación. Eso le valió para que el Dr. Antonio Mabres buscara a Eliodoro para dictar clases, cuando aún era estudiante.

Para titularse eligió un trabajo afín a lo numérico: Método de los elementos finitos. Solo sabía que era un método numérico que explicaba que un problema grande podía ser dividido en partes y las soluciones de estas, al ser analizadas en conjunto, brindaban la solución a ese todo. Y es que el profesor Carrera cree que los modelos matemáticos más allá de los cálculos, dan un sentido de orden para la vida.

Si resumiera mi vida en una figura, sería en un círculo. De mucha amplitud, el círculo es algo positivo. Su fórmula está relacionada a la armonía de Da Vinci, la divina proporción. La perfección está en un círculo o en una figura geométrica. A eso se aspira, expresa el profesor Carrera.

Cuatro años en la Universidad de Navarra, le permitieron estudiar aquella teoría que lo apasionaba, pero Eliodoro no estaba completo. Al año de haber ido a España, regresó a Piura y se casó con Ana Esther. Al final, el doctorado vino de la mano de dos hermosas niñas.

De regreso a la Medicina

Ya en Piura, se especializó en el curso de Dinámica, relacionándola a la robótica y las aplicaciones espaciales. Sin embargo, nuevamente la Medicina tocó su puerta. Se concentró en el estudio biomecánico de la marcha (caminar del ser humano) y en el 2003 viajó a Alemania para ahondar en el tema. Podemos dotar a los médicos de herramientas para diagnosticar mejor y sugerir terapias cuyos efectos se saben antes de su realización.

Actualmente trabaja con el Hospital San Juan de Dios y la Clínica Ricardo Palma para recopilar la data que permita comparar la marcha normal de las personas con los diferentes problemas que estudia. A largo plazo desea formar la Asociación de Biomecánica en el Perú,  para difundir los progresos de la ciencia en nuestro país y lo que se necesita para promoverla.

Ante una persona con tanto camino recorrido y tantas fórmulas resueltas, se hace imprescindible pedirle una reflexión para los estudiantes: No hay que ver a la Ingeniería con una mirada corta ni con sesgo a un área concreta, sino con un panorama muy amplio. Durante los primeros años hay mucha matemática, uno no sabe para qué será, pero es una base que usas como un baúl de soluciones, que te servirán para problemas diversos. Y, el baúl de Eliodoro Carrera está lleno de experiencias de vida. Profesor querido, admirado y un apasionado de los números, su vocación de enseñar es proporcional al amor a su carrera. Y, esa, es una fórmula aplicada por él.

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