18

Ago

2025

ARTÍCULO DE OPINIÓN

El papa León, la propiedad privada y la extorsión

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El cardenal Robert Prevost, nuevo papa León XIV, resalta la importancia de la propiedad privada y del trabajo digno, pilares de la Doctrina Social de la Iglesia, ante el avance de la extorsión en el Perú.

Por Marcos Agurto. 18 agosto, 2025. Publicado en diario El Comercio el 18 de agosto del 2025

El cardenal Robert Prevost, nacido en los Estados Unidos y con nacionalidad peruana, es el sucesor de Pedro. Su estrecho vínculo con el Perú, donde ha desarrollado más de la mitad de su vida apostólica, reviste una especial importancia para una nación de mayoría católica como la nuestra.

Como es tradición entre los sumos pontífices, ha tomado un nuevo nombre, León XIV, en un claro homenaje a León XIII, papa de 1878 a 1903. Su pontificado se caracterizó por una clara definición de la Doctrina Social de la Iglesia, cuyos principios son recogidos en la encíclica Rerum Novarum (“Sobre las cosas nuevas”, 1891). Los tiempos de León XIII estuvieron marcados por un constante cambio tecnológico y un evidente desarrollo industrial, en el marco del cual se produjo un elevado nivel de desigualdad, con grandes diferencias entre los dueños del capital y aquellos que sólo contaban con su trabajo (proletariado). En este contexto, León XIII escribe una encíclica en la que desnuda las falencias de la llamada lucha de clases y llama -más bien- al respeto a la propiedad privada, la dignidad del trabajo, la familia, la justicia, la solidaridad y una vida basada en los principios morales como columnas para el encuentro entre los capitalistas y el proletariado.

A este punto, es importante resaltar el rol que León XIII da a la propiedad privada, que los comunistas quieren abolir. Para este pontífice, el trabajo da al ser humano la posibilidad de ahorrar, con lo que puede asegurarse bienes para su manutención, como una finca, como ejemplo para aquellos tiempos. Señala León XIII: “Esta finca realmente no es otra cosa que el mismo salario revestido de otra apariencia, y de ahí que la finca adquirida por el obrero de esta forma debe ser tan de su dominio como el salario ganado con su trabajo”. Cuando a los seres humanos se les despoja de la propiedad privada, nos dice el anterior León, “los despojan de la esperanza y de la facultad de aumentar los bienes familiares y procurarse utilidades”. Mediante la propiedad privada, la posesión de cosas productivas, la familia puede además atender a los hijos y asegurar su futuro.

Se puede concluir entonces que la propiedad privada es esencial a la naturaleza humana, que encuentra -en el trabajo digno y justamente remunerado- la oportunidad de poseer bienes productivos. Proporciona, además, esperanza en el futuro. Es, por tanto, rol del Estado proteger la propiedad privada, la cual ha de considerarse inviolable si queremos que la sociedad, basada en las personas y en las familias, pueda alcanzar sus fines.

En consecuencia, al vulnerar la propiedad privada, la extorsión atenta contra la dignidad de las personas, contra el futuro de las familias y la viabilidad de la sociedad en su conjunto. Una sociedad donde la extorsión es generalizada destruye los incentivos para el trabajo, el sustento de las familias, la esperanza en el futuro, y condena a la sociedad al fracaso.

Actualmente, nuestro país enfrenta un crecimiento exponencial en los casos de extorsión. Nuestra clase política, que hoy se alegra y saluda al papa peruano León XIV, haría bien en estudiar a fondo los postulados del anterior León, al que el sumo pontífice honra con su nombre, y enfrentar seriamente la extorsión, con inteligencia y los medios necesarios. La esperanza de los peruanos de pie, que con su trabajo ahorran y emprenden, mirando el futuro de sus hijos, depende de ello. No pueden dar la espalda a este flagelo, o se los hará recordar el buen León, el anterior y el actual, de eso no tengan dudas.

 

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