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Jul

2025

ARTÍCULO DE OPINIÓN

Turismo religioso y la ‘Ruta del papa León XIV’

La elección del cardenal Prevost como el papa León XIV no solo marcó un hito en la historia de la Iglesia católica, sino que también ha activado un proceso de resonancia cultural en el Perú.

Por Marialejandra Puruguay. 04 julio, 2025. Publicado en El Peruano el 28 de junio de 2025

La elección del cardenal Prevost como el papa León XIV no solo marcó un hito en la historia de la Iglesia católica, sino que también ha activado un proceso de resonancia cultural en el Perú. Por primera vez, el sumo pontífice posee nacionalidad peruana y una historia profundamente vinculada al norte del país. Esto ha generado un interés especial por los lugares donde vivió, celebró misas, compartió comidas y se reunió con parroquianos, estableciendo vínculos humanos y espirituales que hoy adquieren un nuevo valor: el simbólico.

Fuente: Elonce

Por lo tanto, no sorprende la rápida reacción de los actores locales, regionales y nacionales al desarrollar la ruta del papa León XIV. Con la mirada del mundo en el norte del Perú, cobra especial sentido plantearnos algunas interrogantes como ¿ante qué tipo de turismo nos encontramos? ¿Y cómo, además de fortalecer el tejido social e identitario, se puede impactar en el territorio poniendo a las personas en el centro, y no solo al mercado, evitando la banalización de lo simbólico? O, ¿en qué momento se unen el turismo y la religión? Para responder esa interrogante es necesario mirar atrás, cuando incluso el término “turismo” no existía. Debemos remontarnos a las peregrinaciones, una de las formas más antiguas de viajar de manera organizada sin una finalidad comercial. Entonces, los viajeros buscaban un encuentro con lo sagrado, una transformación personal que iba más allá del desplazamiento geográfico. Podríamos señalar las visitas a templos en Egipto, Grecia o Roma, donde miles de personas se trasladaban para rendir culto, buscar oráculos o participar en rituales. De la era cristiana, se conocen también las peregrinaciones a Tierra Santa o el Camino de Santiago, viajes que hicieron que los fieles traspasaran fronteras.

Estas experiencias, espirituales, culturales y sociales, articulaban vínculos comunitarios, redes de hospitalidad y memoria colectiva los cuales se transmitían por generaciones. El turismo religioso hereda ese legado, adaptado al contexto actual. Tal como lo indica Promperú, haciendo referencia a la Organización Mundial del Turismo (OMT), el turismo religioso incluye aquellos desplazamientos cuyo motivo principal es la búsqueda de una experiencia espiritual y religiosa, que incluye tanto la participación directa en ritos y prácticas, como la visita a lugares de valor sagrado o histórico – religioso.

Si hablamos de cifras, la OMT estima que entre 300 y 330 millones de personas viajan al año por motivos religiosos. Esto representa casi el 20% del flujo turístico mundial y, en el año 2023, generó más de USD 181 000 millones, proyectando un crecimiento anual de 8.4%. Según Raj y Griffin (2015), los perfiles de estos viajeros y sus motivaciones son múltiples. Pueden ser motivados por la fe, la devoción, estar vinculados a la doctrina, la liturgia y la comunidad de creyentes; pero también pueden ser motivados por el interés en la arquitectura, la historia y el arte sacro; en este rubro se hallan personas creyentes o no creyentes. Ambas formas coexisten, y conservan un gran valor simbólico, económico y turístico.

Varios países han desarrollado rutas religiosas en torno a figuras reconocidas o prácticas devocionales. Un caso emblemático es la Ruta de Juan Pablo II en Polonia, la cual recibe más de 9 millones de visitantes al año y ha posicionado al país como un destino espiritual. Otro ejemplo, es el circuito del papa Francisco en Buenos Aires. Esta propuesta convierte la biografía del último Vicario de Cristo en un recorrido urbano con un fuerte componente emocional y pedagógico, basado en el patrimonio, que ha incrementado el interés turístico en Argentina.

Estas experiencias sirven como referencia al Perú, donde ya se han identificado espacios simbólicos de la vida del actual obispo de Roma. La ruta del papa León XIV tiene todo el potencial para consolidarse como un proyecto que integra lo espiritual, lo cultural, lo turístico y lo identitario, coexistiendo con otros itinerarios y generando nuevas narrativas y experiencias para los visitantes. No obstante, es necesario que la propuesta equilibre lo simbólico y lo económico, y asuma con responsabilidad el relato que se construye en torno a la figura del pontífice.

Su valor reside en ofrecer una mirada al territorio, la fe y la comunidad como partes de una misma experiencia. Como se ha demostrado en otros lugares, la fe también puede mover el turismo y, con ello, aportar al desarrollo, pero solo si se hace de manera consciente y profundamente humana.

 

 

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