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Abr

2024

Hoy, más que nunca, nuestro estilo de vida se ve afectado por la tristeza, la ansiedad, la depresión, el estrés, y más. Esto sucede en todos los ámbitos de nuestras vidas. Diversas situaciones nos producen dolor, intranquilidad y desasosiego, y nos generan malestar emocional.

Por Jaime Ancajima. 08 abril, 2024. Publicado en diario El Peruano el 6 de abril del 2024

Los profesionales en la materia explican la inteligencia emocional como el conjunto de habilidades psicológicas que permiten apreciar y expresar, de manera equilibrada, nuestras emociones, entender la de los demás y utilizar esta información para guiar nuestro comportamiento y forma de pensar.

El fundador de Universo Parejas, Óscar González, refiere que la práctica de la inteligencia emocional se compara con una escalera en la que los peldaños son percibir, comprender y manejar nuestras emociones, pues quien es capaz de regular sus emociones es dueño de sí mismo y de su destino.

Para el desarrollo de la inteligencia emocional recomienda, en primer lugar, tomar conciencia de lo que nos pasa, de lo que sentimos, aprender a observarnos con honestidad y sin prejuicios, y conocernos mejor, porque hay emociones que nos cuesta reconocer o no queremos hacerlo porque, al reconocerlas, nos generan malestar. Para dar este paso podemos utilizar técnicas que nos ayuden a ser conscientes de nuestras emociones, como un diario emocional o el mindfulness.

Luego, aconseja tomar conciencia de cómo nos afectan las emociones y cómo las situaciones a las que nos enfrentamos condicionan cómo nos sentimos. Indica que es importante saber si tenemos tendencia a sentir ansiedad, miedo, alegría, vergüenza, etcétera y en qué situaciones las sentimos, para anticiparnos y ser capaces de “amortiguar” una emoción intensa.

Finalmente, González asegura que el percibir lo que sentimos y comprender cómo nos afecta nos ayudará a manejar y gestionar nuestras emociones diariamente. A medida que vayamos siendo conscientes de lo que sentimos nos va a resultar más fácil elegir cómo actuar y hacerlo del modo más adecuado en cada momento. Poco a poco seremos un poco más conscientes de lo que somos y lo que sentimos.

Lo importante es intentar aprender algo de esas situaciones para que, poco a poco, vayamos consiguiendo un mejor autocontrol emocional. No debemos sentirnos culpables por lo que sentimos, pero sí debemos hacernos responsables de lo que hacemos con ello.

En su famoso libro Inteligencia emocional, el prestigioso y reconocido psicólogo y periodista Daniel Goleman dice que la inteligencia emocional es mucho más que un conjunto de enfoques y estrategias que nos sirven para identificar y gestionar mejor nuestras emociones. Debemos, dice, ante todo adquirir una auténtica conciencia emocional con la que podamos construir relaciones más sólidas y respetuosas, y para percibirnos más seguros, exitosos, productivos y felices.

La inteligencia emocional mejora nuestra calidad de vida, las relaciones interpersonales, nuestra autopercepción e incluso nuestra competencia laboral. Es, además, un enfoque que debería vertebrar la mayoría de las áreas curriculares de las escuelas, ahí donde se educa personas más competentes, seguras y felices.

Goleman destaca la importancia de aplicar este enfoque y esta conciencia emocional por dos razones muy importantes: la primera, porque es clave para una vida más satisfactoria, contrario a la educación que proponía contener las emociones. En el ámbito familiar y laboral aún existe ese “hostigamiento” que pretende que se oculten las emociones. Las personas que aplican inteligencia emocional a sus vidas son más felices porque tienen mayor conciencia de ellos mismos, manejan mejor sus universos emocionales, desarrollan una mejor empatía emocional y cognitiva, están más comprometidos con ellos mismos y construyen, al mismo tiempo, una mayor conciencia social.

La segunda razón es que la perspectiva de unos trabajos más automatizados, o realizados por máquinas o robots, hacen que los expertos en este campo adviertan que en el futuro los conocimientos técnicos no se valorarán, sino que se priorizarán las habilidades personales. Competencias como la creatividad, el pensamiento crítico, el ingenio y la inteligencia emocional son piezas clave para un mundo laboral más automatizado. En este, los trabajadores deben ser buenos en aspectos que, hasta hace poco, eran valorados en un currículo u hoja de vida, como la inteligencia emocional.

El campo de este tipo de inteligencia une, nutre y revitaliza cada área de nuestra vida. Hagamos de ella nuestro propulsor que impulse las velas de nuestra vida en estos mares complejos y cambiantes.

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