04

Jul

2023

Horizontes

La Última Cena

Es una obra serena, alejada de los conflictos e intrigas de la época de Maquiavelo. Su fuerza se concentra en el centro de la obra. Allí aparece Jesús, alejado de los apóstoles (pintados en grupos de tres).

Por Enrique Sánchez. 04 julio, 2023. Publicado en Correo, el 4 de julio de 2023.

Hoy comentaré “La Última Cena” (1498): el cuadro que pintó Leonardo da Vinci en Milán, durante tres años, en el refectorio del convento dominico de Santa Maria delle Grazie. Es una obra monumental, de 8.8 m de largo por 4.6 de ancho. Da Vinci, que innovaba y experimentaba en todo lo que hacía, pintó este “fresco” sobre yeso seco, como si fuera un óleo (de ahí su mal estado de conservación).

Es una obra serena, alejada de los conflictos e intrigas de la época de Maquiavelo. Su fuerza se concentra en el centro de la obra. Allí aparece Jesús, alejado de los apóstoles (pintados en grupos de tres). Reproduce uno de los momentos más dramáticos de la Pasión: cuando Jesús anuncia que “uno de ustedes me traicionará” (Mt 26:21).

Según cuenta Giorgio Vasari, Da Vinci informó al duque Ludovico Sforza “que carecía todavía de modelos para las figuras del Salvador y de Judas; […] temía que no fuera posible encontrar a nadie que, habiendo recibido tantos beneficios de su Señor, como Judas, poseyera un corazón tan depravado hasta hacerle traición. Añadió que si, continuando su esfuerzo, no podía encontrarlo, tendría que poner como la cara de Judas el retrato del impertinente y quisquilloso prior” (quien le distraía y le urgía a que finalizara la obra).

Es interesante, también, lo que nos revela el escritor Mateo Bandello sobre el proceso creador de Da Vinci en esta obra: “Desde que salía el sol hasta la última hora de la tarde estaba allí, sin quitarse nunca el pincel de la mano, olvidándose de comer y de beber, pintando continuamente. Después sabía estarse dos, tres o cuatro días, que no pintaba, y aun así se quedaba allí una o dos horas cada día y solamente contemplaba, consideraba y examinando para sí, las figuras que había pintado. También lo vi […] venirse derecho al convento de las Gracias, y subiéndose al andamio tomar el pincel, dar una o dos pinceladas a una de aquellas figuras y marcharse sin entretenerse”.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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