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2022

Ciriaco Neira: “el jinete del campus” se despide de sus labores en la UDEP

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Ciriaco recorre, a pie y en caballo, las instalaciones de la Universidad de Piura desde hace 34 años. Hoy, “el jinete del campus” deja su trabajo para empezar una nueva etapa dedicada a su familia.

Por Fernanda Vegas Sernaqué. 22 abril, 2022.

Empezó su labor en la Universidad de Piura en 1988. Desde entonces, se ha encargado de cuidar las lagunas de oxidación, las instalaciones del radar de la UDEP y el campus universitario. Ahora, Ciriaco Neira se jubila e iniciará una nueva etapa en su vida que, según indica, espera dedicar a su esposa, a sus cinco hijas y a siete nietos.

Nos dice que se va tranquilo, sabiendo que, gracias a su trabajo, ha podido dar educación a sus hijas; una de las cuales, Lorena, estudió Educación en la Universidad de Piura; y, la menor, Yessenia, estudió durante un tiempo en la Facultad de Comunicación; y, finalmente, siguió la carrera de Psicología en otra casa de estudios. “Me voy con la frente en alto porque he cumplido responsablemente con mis labores y, con ello, he podido dar sustento a mi familia”, comenta Ciriaco.

El jinete del campus
Al llegar a la universidad, por recomendación del doctor Ignacio Benavent, forjador de esta casa de estudios, exdocente y exdirector del Instituto de Hidráulica, Ciriaco se dedicó al cuidado de las lagunas de oxidación cuando estas aún eran enormes excavaciones en medio del desierto. Se encargó de colocar grandes adobes en las lagunas y, tiempo después, sembró cortinas de Támaris como rompevientos para que la arena no las tapara.

Un año después de su ingreso, la UDEP instaló una estación radar. Allí conoció al doctor Rodolfo Rodríguez, quien recuerda “su carácter amable y divertido” por lo que Ciriaco se hizo amigo de colaboradores, tesistas y alumnos que frecuentaban la estación, muchas veces les apoyaba e incluso les gastaba algunas bromas. «En los días de verano, intencionalmente me preguntaba “¿va a llover ingeniero?”. Ante una respuesta afirmativa o negativa, me decía lo contrario, asegurando que él acertaba en los pronósticos de lluvia mejor que todos los equipos de medición instalados en la estación radar», cuenta el ingeniero Rodríguez.

En las lagunas de oxidación y en las instalaciones del radar, Ciriaco siempre recorría el campus hasta sus límites, a pie o montado a caballo, “diariamente, cual celoso guardián”, cuenta el ingeniero Rodríguez. Por ello, la comunidad universitaria también le conoce como “el jinete del campus”, nombre que se le dio en un reportaje que le hicieran en Dircom, hace algunos años.

Para el supervisor Manuel Saldarriaga, Ciriaco es “el llanero solitario”, quien recorre los bosques de la UDEP bajo el ardiente sol piurano. Comenta que, incluso, cuando “Pitingo”, el caballo que solía acompañarle en sus vigilancias, no estaba disponible, Ciriaco caminaba por el arenal para cumplir con su ruta.

¡Te vamos a extrañar!
Ciriaco Neira también ha sido parte del personal de vigilancia de la universidad, alternando sus turnos en el radar, en las lagunas de oxidación y en el campus. Jesús Zarzosa Montero, uno de los compañeros que lo conoce desde hace 30 años, y con quien ha compartido labores y (también) días de relajo, dice: “hemos pasado buenos momentos en el aspecto laboral. Además, participábamos en los campeonatos internos de la universidad, él como arquero y yo como delantero o volante”, recuerda.

Con sus más de tres décadas en la UDEP, Ciriaco también ha sido un buen guía para quienes ingresaron a laborar después que él. Delfín Neira y José Chapilliquén, quienes lo conocen desde hace seis y once años, respectivamente, destacan que siempre se ha mostrado dispuesto a orientarles. “Los compañeros vamos a extrañarlo porque siempre está presto a ayudar. Pero, esperamos que le vaya bien en el futuro y que disfrute más tiempo con su familia. Que Dios le bendiga y le siga dando salud”, expresa José.

“Hoy, al atardecer de su vida, se prepara para dejar la institución que lo albergó y por la cual dio todo de sí. Cumplió la misión que le encomendaron y ahora pasa al retiro merecido, dejando a los más jóvenes sus enseñanzas y un legado de entrega y pundonor”, acota su amigo y compañero de labores, Alfredo Requena.

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