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Jul

2021

Cambiaron las culturas y, con ellas, las virtudes propuestas. Grecia clásica celebraba la belleza, inteligencia y sabiduría. Roma: la valentía, la piedad filial y la autoridad. El cristianismo: la caridad, el sacrificio y la santidad.

Por Enrique Sánchez. 23 julio, 2021. Publicado en Correo

Durante tres milenios se educó a las personas para la excelencia: para destacar en la virtud. De ahí que se tomara a los héroes y las heroínas (desde Ulises y Penélope hasta santa Teresa de Jesús y Gandhi) como modelos de vida, como encarnaciones del ideal a conquistar.

Cambiaron las culturas y, con ellas, las virtudes propuestas. La Grecia clásica celebraba la belleza, la inteligencia y la sabiduría. Roma: la valentía, la piedad filial y la autoridad. El cristianismo: la caridad, el sacrificio y la santidad. La burguesía: el ahorro, el trabajo duro y el éxito mercantil.

Cambiaron las virtudes concretas que se loaban. Pero siempre se mantuvo la idea de que el mérito consistía en la búsqueda de la excelencia personal a través de las virtudes. La voluntad, el obrar, era la clave: “Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro, si no hace más que otro”, decía nuestro Quijote.

Esto se ha invertido estos últimos años. Lo importante, en los tiempos que vivimos, no es lo que haces (lo activo), sino lo que te hacen (lo pasivo). El mérito consiste hoy, para muchos, en ser víctima de algo. Hay, incluso, una suerte de “Olimpiadas del victimismo” (Gad Saad), en las que se compite por demostrar quién ha sido oprimido o discriminado en mayor número de identidades: por su sexo, raza, orientación sexual, nacionalidad, discapacidad, religión, etc.

Las víctimas tienen mi compasión. Y estaré a su lado, si puedo, para reclamar sus derechos y justicia. Pero nunca reconoceré a nadie mérito por ser víctima de algo o de alguien. Por sufrir una enfermedad, un accidente o una discriminación social. El mérito consistiría, en esos casos, en afrontar con heroísmo esas situaciones. Porque el mérito es activo. Porque para merecer hay que obrar con excelencia.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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