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Sep

2020

Arq. Humberto Viccina

“No podemos anhelar una ciudad anclada en el tiempo, sin pensar en su uso actual”

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El profesor de Arquitectura habla sobre la importancia del patrimonio en el crecimiento de las ciudades, las cuales, refiere, son organismos vivos que crecen y se transforman; por lo que es fundamental ordenarlas.

Por Hayrond Córdova. 30 septiembre, 2020.

Uno de los temas más relevantes de los últimos tiempos, en la gestión de las ciudades, es el crecimiento y transformación de los espacios. Al respecto, el arquitecto Humberto Viccina, docente de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Piura, destaca la importancia de pensar en el uso de los espacios: “No podemos anhelar una ciudad anclada en el tiempo, sin pensar en su uso actual”.

En esta línea, “se entiende, entonces, que resulte difícil gestionar diversos centros y darle el uso propio de una centralidad urbana, donde debería seguir promoviéndose la vivienda y todos los usos que hacen de la ciudad el ámbito de convivencia y desarrollo de una sociedad”, advirtió el también magíster y actual doctorando en arquitectura.

Señala, también, que resulta fundamental ordenar las ciudades: “No digo que no se conserven los monumentos ni que dejen de peatonalizar algunas calles estratégicas, pero no podemos anhelar una ciudad anclada en un momento de la historia, cuando, para beneficio de sus habitantes y visitantes, las generaciones de gestores y arquitectos podrían dejar testimonios vivos de una época, a través de la arquitectura”.

En este contexto, se pregunta si la calidad auténtica de la arquitectura es preferible a la uniformidad o si el funcionalismo escultórico debe prevalecer ante el academicismo tardío, que está presente en casi todos los centros históricos de Latinoamérica.

Al respecto, Viccina, profesor del programa académico de Arquitectura de la UDEP, señala como ejemplo “El edificio Girasol en Madrid (1966), de José Antonio Coderch, el cual sigue, en cierta manera, las alturas de sus vecinos, pero tiene una propia expresión y propuesta espacial hacia la calle, provocando lo que podríamos llamar un contraste educado. En estas propuestas se busca el diálogo, más allá del contraste radical o de la imitación”.

“La calle es el espacio urbano más común y el elemento que define la configuración de las ciudades, en complemento perfecto con esos otros espacios que llamamos plazas. Pero la calle y la plaza no se forman con trazos en el suelo sino con edificios que los definen como espacios”, agregó.

Se trata de fomentar una mentalidad diferente entre todos los que intervienen en las nuevas intervenciones arquitectónicas en entornos monumentales, para beneficio de sus habitantes: “el diálogo espacial y formal parece ser esa vía que debemos buscar en la arquitectura”, sostiene el investigador universitario.

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