‘Estoy agotado’, ‘No doy más’, ‘tengo una tensión terrible’ ‘¡qué estrés!’, ‘me dará un colapso nervioso’, ‘no tengo ganas de nada’. ¿Le parecen familiares estas frases? O quizá los términos: tensión, estrés, cansancio mental, surmenage, depresión y otros. Pues preste atención, todo puede estar relacionado. La psicóloga Caridad Ruesta Maticorena, de la Universidad de Piura, […]

Por Elena Belletich. 09 mayo, 2013.

‘Estoy agotado’, ‘No doy más’, ‘tengo una tensión terrible’ ‘¡qué estrés!’, ‘me dará un colapso nervioso’, ‘no tengo ganas de nada’. ¿Le parecen familiares estas frases? O quizá los términos: tensión, estrés, cansancio mental, surmenage, depresión y otros. Pues preste atención, todo puede estar relacionado. La psicóloga Caridad Ruesta Maticorena, de la Universidad de Piura, da algunas precisiones sobre estos temas.

Tensión nerviosa, cansancio mental, estrés

“El estrés es un estado de tensión mental y físico que altera el normal funcionamiento de una persona,  el cansancio mental está asociado a un estilo de vida con niveles de estrés demasiado elevados y/o a un exceso de trabajo”. La doctora Ruesta demuestra con esta definición que los términos ‘tensión nerviosa’ y ‘cansancio mental’ indican características del estrés. Los llamados ‘nervios’ son, en buena medida, producto de la secreción de adrenalina, sustancia que el organismo genera frente a situaciones de exigencia. Esta, dice, tiene ciertos efectos en el organismo que, mantenidos bajo cierto nivel, pueden ayudar a enfrentar exitosamente la exigencia.

Ruesta explica las diferencias entre el estrés positivo o eustrés (cantidad necesaria que produce el estado de alerta para obtener un rendimiento físico y mental para ser productivos y creativos) y el negativo o distrés (producto del exceso de demandas que resultan difíciles de afrontar: demasiado trabajo y poco tiempo; enfermedades, deudas, problemas familiares, etc.)

Causas de estrés en los jóvenes

Ruesta Maticorena aclara que la denominada ‘enfermedad del siglo’ afecta a todos: niños, jóvenes y adultos. Las principales causas son:

  • Exceso  de carga de trabajo y escaso descanso.
  • Un trabajo sin propósitos claros ni resultados positivos.
  • Acciones desordenadas sin una visión definida, especialmente sin organización del tiempo.
  • No hacer nada; pensando solo en todo lo que hay que hacer, sin actuar.
  • Los pensamientos y sentimientos negativos sobre sí mismo.
  • El vivir en un vecindario o estudiar en un ambiente diferente a su manera de actuar.
  • La muerte de un ser querido.
  • Realizar demasiadas actividades o tener expectativas demasiado altas.
  • Los problemas económicos de la familia o dificultades conyugales de sus padres.

 Cómo detectar el estrés: los síntomas

  • Preocupación constante.
  • Pensamientos o sentimientos negativos.
  • Cansancio físico y mental, desgano.
  • Dolor de cabeza y de cuerpo.
  • Malestares estomacales.
  • Dificultad para dormir, insomnios.
  • Aumento o pérdida de peso.
  • Respiración agitada, sensación de falta de aire o de que el corazón late muy a prisa.
  • Aumento de la susceptibilidad, tristeza, sensación de que no se les considera.
  • Falta de concentración, olvidos constantes,
  • Tendencia a polemizar, irritabilidad.

 Prevenir antes que…

La especialista recomienda trabajar mucho la inteligencia emocional; es decir, en el manejo intra e interpersonal, como:

  • Lograr mayor seguridad de tus propias capacidades.
  • Esforzarse y dar lo mejor; pero también hay que saber descansar y distraerse.
  • Evitar que acudan a la mente ideas obsesivas y/o pensamientos irracionales.
  • Tener capacidad para reaccionar frente a los obstáculos.
  • Sentirse optimista, desechar los pensamientos negativos y las actividades inútiles.
  • Priorizar y posponer lo secundario. No acumular tareas ni dejar cosas pendientes.
  • Evaluar, al menos una vez a la semana, lo que estás haciendo y el resultado que estás obteniendo.
  • Aplicarse, hacer lo que hay que hacer, entrar en acción.
  • Alejarse, en lo posible, de situaciones conflictivas.
  • Alimentarse bien, apartar un tiempo para sentarte y disfrutar lo que comes.
  • Descansar y dormir lo suficiente; siempre relájate antes de dormir.
  • Hacer deporte o alguna actividad física; camina, baila, anda en bicicleta.
  • Renovarse: haz algo nuevo, aplica  nuevas estrategias. Por ej. Conversa con un antiguo amigo, sal a caminar, come algo rico, juega, lee un libro, baila , canta, toma un baño de tina (con sal, velas y música), etc.

 Los peligros mayores

A medida que el estrés aumenta, los riesgos crecen. Ruesta Maticorena señala que en este caso: “abundan los pensamientos destructivos, sobre todo en el joven universitario a nivel académico, pues se convence de que no será capaz de aprobar. Esto genera ansiedad y una baja autoestima. Y, a su vez, las emociones negativas, como el miedo, la tristeza y la irritabilidad, hacen que todos los esfuerzos sean vanos.

Por otro lado, la sensación de fracaso y de inseguridad es tan grande, que en muchos casos, los estudiantes evitan estudiar o incluso presentarse a las pruebas, aun habiendo estudiado, porque están convencidos de que van a suspender”.

También está la depresión. “Suele estar íntimamente ligada al estrés; pero son distintos y ameritan tratamientos específicos, a pesar de que sus síntomas son muy parecidos y esto provoque confusión. Si bien el estrés puede llevar a la depresión y esta puede provocar estrés, no todas las depresiones se originan en estados de estrés y no siempre este es resultado de una depresión”.

¡Cuidado con el surmenage!

La situación puede agravarse tanto que deriva en surmenage, que es el estrés continuado, crónico; el término es la antigua forma de llamar a estos cuadros. “Es cuando la mente y el cuerpo dicen basta, a nivel laboral e intelectual. Hay extenuación emocional, desasosiego de la meta que se ha fijado y bajo rendimiento. Se da por sobrecarga, por querer absorber en poco tiempo más de lo que es posible en lugar de graduar y asimilar paulatinamente un cúmulo de conocimientos”.

La psicóloga explica que el “Surmenage” o colapso intelectual también llamado primo hermano del burnout (o “síndrome de la cabeza quemada”), es un  padecimiento que sufren, principalmente, quienes exigen a su cerebro más de lo que este puede procesar. La crisis económica, el temor al desempleo, los deseos de superación intelectual y el vacío afectivo en el que muchas personas caen al priorizar las condiciones materiales antes que otros valores personales, son las causas de este problema”.

La mente Vs. el cuerpo

El estrés produce muchas enfermedades físicas, anota Caridad Ruesta. “Contribuye al desarrollo de gastritis o úlceras estomacales, debilita el sistema inmunológico, por lo que nos enfermamos constantemente; produce migrañas, dolores de espalda, insomnio. Aumenta el riesgo de los problemas cardiacos, presión arterial alta, diabetes, asma, úlceras, colitis y cáncer. Aumenta el colesterol, hay una liberación de ácidos grasos en la sangre”.

Añade que con frecuencia se asocia a trastornos psicológicos como la ansiedad y la depresión, produce una incapacidad para tomar decisiones, sensación de confusión, incapacidad para concentrarse, dificultad para dirigir la atención desorientación, olvidos frecuentes y bloqueos mentales.

 Cómo evitarlo

Actualmente hay muchos métodos para tratar el estrés como: la Aromaterapia, Musicoterapia, Respiración diafragmática, Relajación muscular progresiva, lectura, el Ecoturismo, los ejercicios físicos. Y, en algunos casos se necesitará de ayuda psicológica o psiquiátrica.

“Hay tres recomendaciones clave que se deben seguir y que engloban a las demás. Son de suma importancia y muy fáciles de cumplir: Cuidar el sueño, la alimentación y practicar  ejercicios físicos”.

Estas se traducen en lo siguiente:

  • Respetar las horas mínimas de sueño: No trasnochar.
  • Ingerir tres comidas diarias, evitando la comida “chatarra” y grasas.
  • Preferir las frutas y verduras y tomar muchos líquidos de preferencia agua. Porque en momentos de estrés el cuerpo puede mostrar señales de deshidratación.
  • Realizar ejercicios de relajación como: apretar las manos en puños y extenderlas varias veces, inhalar profundamente, expandiendo el estómago y expirar lentamente por la boca.
  • Se recomienda girar la cabeza en 180 grados, tirar para atrás y para adelante todo esto se desarrolla visualizando un lugar acogedor y hermoso, que dé  seguridad.
  • Piensa positivamente en la época de  exámenes: piensa en ellos como una recompensa o liberación del esfuerzo realizado.

El ejercicio físico: remedio para la mente

  • Aporta a tu calidad de vida
  • Ayuda a mantenerte en forma física y mentalmente.
  • Evita el sobrepeso produce estrés negativo.
  • Ayuda a relajarte y dormir mejor.
  • Es muy efectivo para liberar tensiones, por lo que se recomienda, caminar o trotar por lo menos tres veces por semana, practicar deportes, aeróbicos, spinning, etc.
  • A los estudiantes, se les recomienda mantener un programa regular de ejercicio físico durante el año: no hagas ejercicios fuertes y agotadores antes de los exámenes, usa formas suaves de ejercicio en los descansos del estudio y realizar estiramiento del cuerpo en tu mesa de trabajo.

Un punto esencial: la familia

La sicóloga de la UDEP,  lamenta que hoy en día la influencia de la familia, en este tipo de problemas, sea más negativa que positiva. “Generalmente, la actuación temperamental de los padres, la equivocada  formación recibida y la inadecuada dinámica familiar en el hogar desencadenan estos trastornos”.

Por otra parte, los padres que influyen positivamente deben:

  • Determinar si el estrés está afectando la salud, el comportamiento, los pensamientos o los sentimientos de su hijo o hija adolescente.
  • Deben escucharlos cuidadosamente y cuidar que no se sobrecarguen.
  • Aprender y modelar las destrezas del manejo del estrés.

Respaldar la participación de sus hijos en los deportes y otras actividades sociales.

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