No renunciemos a las humanidades, que nos hacen libres y creativos; a la ética cristiana del trabajo, que nos permite sacar a la luz tantas potencialidades de la naturaleza; ni a los valores que nos han conducido al desarrollo.
Por Renato Cárcamo. 21 diciembre, 2025. Publicado en diario Correo, el 21 de diciembre de 2025Para algunos expertos, el fin del mundo se asoma. Niall Ferguson, en su libro Civilización, Oeste y el resto, señala que nuestra cultura occidental (predominante durante los últimos quinientos años) está a punto de desaparecer.
Dicha destrucción no se deberá a causas exógenas como lo planteó Samuel Huntington, en su obra Choque de civilizaciones. Ya sea porque China se constituya en la primera potencia mundial y expanda su organización política y social al resto del mundo, o porque la invasión musulmana, evidente en Europa, se haga pronto global.
Sino que, por el contrario, nuestra cultura occidental se está autodestruyendo porque hemos renunciado a transmitir los valores que nos han hecho ser lo que somos. En esto están de acuerdo autores como Xavier Bellamy, en su ensayo Los deheredados, y Martha Nussbaum, con su título Sin fines de lucro: Por qué la democracia necesita de las humanidades.
Las humanidades que nos hacen ser libres y creativos. La ética cristiana del trabajo que nos ha permitido sacar a la luz tantas potencialidades de la naturaleza que estaban escondidas, para ponerlas al servicio de la humanidad, es decir, que nos hace cocreadores con Dios, a través de nuestro trabajo.
Los valores que nos han llevado también al desarrollo de la ciencia, del orden jurídico, de la medicina, de la sociedad comercial incluso.
Para evitar esa decadencia, debemos conservar esas “killer apps” o “aplicaciones demoledoras” (siguiendo el lenguaje informático que usa Niall) que nos han permitido transformar el mundo.








