Este año santo es una celebración intensa y de honda importancia espiritual, social y eclesial, que nos llama a reflexionar y fortalecer nuestra fe frente a los desafíos de un mundo globalizado.
Por Zhenia Djanira Aparicio Aldana. 15 octubre, 2025. Publicado en Semanario El Tiempo
Juventud y esperanza son dos palabras que se vinculan de manera intensa. Según Santo Tomás de Aquino, en su Suma Teológica, la juventud es fuente de esperanza. Esto se debe a que, para los jóvenes, el futuro se presenta como un horizonte amplio y lleno de posibilidades, a diferencia del pasado que ya ha sido vivido y quedado atrás. Los jóvenes no solo tienen mucho por vivir, sino que su paso por la historia está lleno de optimismo y en donde el crecimiento personal abre la puerta a nuevas alternativas, en espera siempre de algo nuevo.
Para Leonardo Polo, la esperanza es “el armazón de la existencia del ser humano en el tiempo”. Y al serlo, los jóvenes tienen un papel crucial en la historia debido a su creciente ánimo de espíritu y a la vitalidad de su cuerpo. A su vez, el optimismo que caracteriza a la esperanza y a la juventud debe estar dotado de apertura al futuro, es decir, es aquel porvenir que guarda alguna ventaja a nuestro alcance, pero que aún no es alcanzada. Por esto, nuestro tiempo debe ser visto con sentido y de continuo crecimiento y no como un mero transcurrir sin propósito.
En este 2025, la Iglesia católica nos invita a vivir un Año Jubilar y continuar la tradición iniciada por el Papa Bonifacio VIII en el año 1300. El lema oficial de este Jubileo, aprobado por el Papa Francisco, es “Peregrinos de la Esperanza”, inspirado en Romanos 5,5. Este año santo es una celebración intensa y de honda importancia espiritual, social y eclesial, que nos llama a meditar sobre la misericordia de Dios y a fortalecer nuestra fe frente a los desafíos de un mundo globalizado que necesita respuestas comprometidas.
El Jubileo es un tiempo especial de misericordia, perdón, conversión y esperanza, que brinda la oportunidad de renovar la fe tanto a nivel personal como comunitario. La alegría, el gozo y la alabanza que caracterizan este periodo invitan a los fieles a participar en jornadas jubilares específicas, como la que se celebra este mes de octubre, especialmente dedicada a la comunidad universitaria, en la que los jóvenes tendrán un papel destacado.
El ámbito universitario se une para vivir la fe y recibir los dones espirituales que ofrece este Año Jubilar Santo: la indulgencia, la renovación de la fe y la esperanza, la reconciliación, la comunión, la misericordia, el fortalecimiento de la caridad y una profunda renovación interior. Así, el lema del jubileo, “Peregrinos de la Esperanza”, nos impulsa a renovar nuestra confianza en Dios y a redescubrir nuestra fe y la oración. No olvidemos que: “La esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”.
Vivamos este año con compromiso cristiano, en cada acto, en cada obra y en nuestra vida diaria. Este mes de octubre, reservado especialmente a la comunidad universitaria, es una oportunidad para que la juventud —como señala san Josemaría Escrivá de Balaguer— “da todo lo que puede: se da ella misma sin tasa”.








