El desarrollo económico depende de instituciones sólidas que premien la creación y no la depredación. Fortalecer la formalidad, la innovación y la seguridad permitirá que el Perú avance con emprendedores que generen valor, no mafias que destruyan.
Por Marcos Agurto. 09 octubre, 2025.Uno de los estudios más influyentes sobre desarrollo económico es el de los noruegos Mehlum, Torvik y Moene, titulado “Instituciones y la maldición de los recursos naturales”, publicado en The Economic Journal. Los autores muestran que los booms de recursos naturales solo se convierten en maldición cuando el país carece de instituciones capaces de impedir que mafias depredadoras se apropien de sus beneficios. ¿Suena a Pataz? ¿O a consorcios que inician obras en provincias y las dejan abandonadas?
El estudio confirma la importancia de las instituciones y nos muestra a individuos con el potencial de convertirse en emprendedores -que crean valor y oportunidades- o en depredadores -avocados a capturar rentas- en función a los incentivos que enfrentan. Si los derechos de propiedad no se protegen, si el Estado no tiene el monopolio de la fuerza, si el poder judicial no imparte justicia; entonces depredar, robar y extorsionar es más rentable que crear y desarrollar empresa formal.
La solución evidente es fortalecer las instituciones; sin embargo, esta es una tarea de largo plazo y, con mafias enquistadas, será particularmente ardua. No obstante, como recuerda Dani Rodrik, no se necesitan las instituciones de Suecia para empezar a andar. De hecho, el estudio de Mehlum y coautores muestra que cuando la actividad empresarial formal se vuelve más rentable, más personas optan por emprender, lo que genera un círculo virtuoso: al crear valor agregado, los emprendedores incrementan la demanda en la economía y atraen a nuevos emprendedores.
En este sentido, mientras recorremos el largo y arduo camino de construir mejores instituciones, podemos impulsar políticas que aumenten los retornos de la actividad empresarial formal y promuevan la inversión de alta rentabilidad, como en la agroexportación y la minería formal. Resultan claves, en este sentido, políticas que faciliten la constitución ágil de empresas, fomenten la innovación y la trasferencia tecnológica, y aceleren la ejecución de infraestructura habilitante. Estos son espacios en los que podemos —y debemos— avanzar para que el Perú siga siendo una posibilidad.
Urge, además, enfrentar con seriedad y capacidad técnica la extorsión, que es una daga contra la iniciativa empresarial. El destino del país dependerá de quién se imponga: emprendedores que generan riqueza o depredadores que la destruyen. Nuestras decisiones en las elecciones de 2026 marcarán el desenlace. No nos equivoquemos.








