25

Sep

2023

Artículo de opinión

Entornos seguros de aprendizaje

Con el fin de proteger su salud mental, muchas personas evitan las noticias sobre hechos de violencia (asaltos, balaceras, asesinatos…). Lamentablemente, evitar este monstruo no significa que no nos va a afectar y, mucho menos, que va a desaparecer.

Por Paola Celi. 25 septiembre, 2023. Publicado en El Peruano, el 23 de setiembre de 2023.

El tema de la violencia nos compete a todos, principalmente, si queremos que los niños y adolescentes aprendan en entornos seguros.

La Unesco afirma que América Latina representa un lugar peligroso para la niñez. Es una de las regiones más violentas del mundo fuera de contextos de guerra y es especialmente violenta contra las mujeres. El Unicef (2018) registra que 2 de cada 3 menores de 5 años son víctimas de violencia en el hogar; y que uno de cada cuatro de los homicidios de adolescentes que se producen por día en el mundo, ocurre en América Latina”.

¿Es justo exigir lo mejor de los maestros y de los alumnos en este panorama? A esto, hay que sumarle los aproximadamente 10 800 casos de bullying, violencia física, psicológica y sexual reportados en las escuelas hasta agosto de este año, según el Ministerio de Educación.

En Perú, el 1 de agosto de 2023, un adolescente de 15 años murió tras ser acuchillado por un compañero de su colegio en la ciudad de Piura. Ese día, dos familias, que se despidieron de sus hijos pensando que, como todos los días, simplemente iban a la escuela, sufrieron dos pérdidas irreparables: la vida y la libertad.

¿Y por qué los niños expuestos a estos tipos de violencia no aprenden bien? Porque en contextos violentos se sienten vulnerables y constantemente alertas ante posibles amenazas, lo que disminuye su concentración en el proceso de enseñanza. Además, los estudiantes víctimas de bullying suelen sentirse marginados y faltan con frecuencia a la escuela, en su afán de evitar el acoso; en consecuencia, sacan las calificaciones más bajas en todas las áreas de estudio, principalmente, en matemáticas y en lectura.

En su publicación «Más allá de los números: poner fin a la violencia y el acoso en el ámbito escolar», la Unesco (2021) afirma: «Los niños, niñas y adolescentes que son objeto de acoso tienen casi el doble de probabilidades de sentirse solos o solas, de no poder dormir por la noche y de haber tenido ideas suicidas que las que no lo son […] El acoso también se asocia a tasas más altas de consumo de tabaco, alcohol y cannabis».

Las consecuencias son nefastas a corto y largo plazo, y ni el morbo informativo ni los fanatismos ni las soluciones exprés sirven. Entonces ¿qué hacer? Por ejemplo, lo siguiente:

En primer lugar, es necesario el compromiso de directores, alumnos, maestros, padres, psicólogos, asociaciones educativas, medios de comunicación y autoridades locales y nacionales. La unión de todos facilitará el cumplimiento de las leyes y de las políticas públicas contra la violencia en entornos educativos, así como la aplicación de iniciativas más locales.

En segundo lugar, los programas para frenar la violencia escolar se deben contextualizar, partiendo de datos estadísticos que reflejen los verdaderos problemas de una institución educativa específica. El análisis estadístico también debe servir para medir el impacto de las iniciativas, es decir, para comprobar su eficiencia. En palabras sencillas, los programas contra la violencia de otros contextos pueden ser una gran inspiración y un buen punto de partida, pero no se deben aplicar a modo de “calco”, sin tomar en cuenta las necesidades particulares de cada escuela.

En tercer lugar, los maestros los primeros actores educativos y los que pasan más tiempo con los alumnos por lo que deben recibir formación (capacitación) sobre la violencia y el acoso en los colegios. Además, deben estar entrenados con habilidades necesarias para auxiliar a las posibles víctimas de acoso o afrontar episodios de violencia en las aulas.

Para ser justos, ya existen programas contra la violencia en entornos educativos, así como maestros y padres que procuran hacer de las aulas ambientes seguros de aprendizaje. Sin embargo, se necesita mucho más esfuerzo y más personas comprometidas con este objetivo.

Ningún problema desaparece solo por el hecho de ignorarlo. No lo invito a usted, querido lector, a que se empape de noticias desagradables cada mañana, pero sí a reflexionar sobre la violencia en las escuelas.

Además de buscar un “buen colegio”, de comprar útiles escolares y uniformes y de alimentar bien a nuestros hijos, es de suma importancia asegurarnos de que estén aprendiendo en un entorno seguro.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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