10

Jul

2023

Artículo de opinión

Cuando educar se convierte en una profesión

A mis colegas profesores: no dejen de adherirse a la verdad a través de la ciencia de la educación. Un maestro nunca deja de estudiar, de aprender, de formarse y de perfeccionar su ser.

Por Milena Lema. 10 julio, 2023. Publicado en El Tiempo, el 6 de julio de 2023.

Los padres son los primeros, principales e indelegables educadores de sus hijos. Son ellos a quienes, por derecho y deber, les corresponde portar el título de “educadores”. Sin embargo, su función educativa, conforme van creciendo los hijos (y no por dejación de deberes, sino por necesidad de especialización), es confiada y compartida con especialistas que ejercen dicha función de manera profesional: los profesores.

Profesor, docente, formador, maestro… Usemos el término que sea para denominarlo, este 6 de julio celebramos a la figura educativa más importante después de la familia.

García (2007) precisa que los profesores son profesionales de la docencia que enseñan de manera organizada en alguno de los niveles del sistema escolar, en virtud de una preparación académica adquirida acreditada por medio de algún título; a los que, además de la enseñanza, se les exige la realización de otras actividades profesionales: formación permanente, investigación, diagnóstico y evaluación, diseño curricular, selección de valores, contenidos e instrumentos, etc. Actividades no solo circunscritas a la figura de su alumno, sino que también se extienden a la educación de la familia entera.

En efecto, la tarea del profesor trasciende las cuatro paredes de un aula. Inicia con la vocación (vocare: llamada) sublime de querer dedicar su vida a iluminar inteligencias y agrandar corazones, sigue con un esforzado estudio de las ciencias de su profesión y culmina con la corona triunfal de su ejercicio docente cuando sus alumnos, al cabo de unos años, logran la madurez personal.

Sin embargo, pareciera que todo este largo y arduo camino profesional es obviado por muchos cuando de opinar sobre educación se trata. En estos tiempos, cualquier persona se arroga el derecho de emitir juicios de valor sobre métodos, teorías, medios, fines y propósitos pedagógicos. Incluso, nos hemos acostumbrado a que nuestras autoridades educativas no sean profesionales de la educación (salvo honrosas excepciones). No estamos advirtiendo quizá, la degeneración de la verdad, del ser y de la sociedad, que nos sobrevendrá y que ya señalaron los grandes filósofos de antaño al contraponer la verdad (aletheia) y la opinión (doxa).

A mis colegas profesores: no dejen de adherirse a la verdad a través de la ciencia de la educación. Un maestro nunca deja de estudiar, de aprender, de formarse y de perfeccionar su ser. Señalen ustedes el camino con ciencia, verdad, vocación y profesionalismo.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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