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Si los padres conversan seguido con sus hijos, sobre temas relacionados al amor y la sexualidad, les darán un factor de protección que, les evitará convertirse en consumidores adictos; y librarán a las chicas de los estereotipos de cuerpos perfectos.

Por Gloria Huarcaya. 31 marzo, 2023.

Según un reciente documental de Dale una vuelta (2022), organización especializada en la prevención y tratamiento del consumo de pornografía, el porno se ha convertido en la principal fuente de educación sexual, pues más del 80% de adolescentes en el mundo, entre varones y mujeres, lo consume regularmente.

¿Por qué esto sería un problema, si la pornografía siempre ha existido? Primero, porque hay una gran diferencia generacional en el tipo de contenido que circula en internet (cada vez más agresivo y degradante) y la accesibilidad 24/7 de los niños que tienen un dispositivo con internet. Además, hoy hay evidencia neurocientífica del daño que produce, que puede ser tan potente como los causados por sustancias adictivas como la cocaína o la heroína. “La pornografía funciona a través del mismo circuito neuronal, tiene los mismos efectos con respecto a la tolerancia y la abstinencia y tiene todas las demás características de una adicción”, (Struthers, 2009).

La edad de exposición a la pornografía, voluntaria o involuntaria, es cada vez más precoz, y los niños no son capaces de reconocer el peligro de esta. La pornografía destruye su inocencia, al mostrarles la imagen falsa de una sexualidad mecanicista y depredadora. Por eso, los padres deben advertirles, qué hacer al respecto, cómo protegerse de estos contenidos y cómo reaccionar si alguien les comparte material pornográfico.

También deben recordarles que los actos sexuales son siempre una expresión de amor, son íntimos y consentidos y ocurren en un contexto de entrega romántica plena, en el matrimonio. Además, pueden ofrecer una explicación biológica de los órganos genitales, para que comprendan que, el diseño natural de los cuerpos del varón y la mujer posibilita la unión íntima de la pareja y la procreación de nuevas vidas.

La pornografía, en cambio, muestra una mirada distorsionada del sexo, reducido a una máquina de placer, donde (muchas veces) quienes se encuentran ni siquiera se conocen. Además, las historias, los cuerpos, los efectos y sonidos son artificios audiovisuales, no se ajustan a la realidad. “Eso que ves, no es lo real, es solo un montaje, hecho para obtener más consumidores y ganancias”, “el porno llenará tu mente de imágenes perturbadoras”, pueden ser algunos mensajes concluyentes.
Si los padres conversan seguido con sus hijos, sobre temas relacionados al amor y la sexualidad, les darán un factor de protección que, les evitará convertirse en consumidores adictos; y librarán a las chicas de los estereotipos de cuerpos perfectos y del guion pornográfico que la industria pretende imponer. Si tus hijos ya tienen 10 años, es momento de tener esta conversación.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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