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Nov

2022

Artículo de opinión

Interpretación musical y desarrollo humano

El cultivo de la música —en particular de la denominada música culta— propicia el desarrollo de las naciones. Un país se desarrolla no solo con el crecimiento económico sino, sobre todo, con la incorporación de valores humanísticos.

Por Luis Eguiguren. 02 noviembre, 2022. Publicado en El Peruano, el 29 de octubre de 2022.

La frase del poeta polaco Cyprian Norwid: «La belleza sirve para entusiasmar en el trabajo, el trabajo para resurgir» es citada por el papa San Juan Pablo II en su Carta a los Artistas, que data del 4 de abril de 1999. Esta frase nos permite reconocer que la práctica musical es un tónico fenomenal: fortalece y vigoriza nuestro organismo, llena de sana disciplina el actuar personal, compenetra notablemente con los demás, otorga seguridad y ecuanimidad, entre otros hábitos que permiten elevar mucho la propia calidad de vida y la de todos, en general.

El cultivo de la música —en particular de la denominada música culta— propicia el desarrollo de las naciones. Un país se desarrolla no solo con el crecimiento económico sino, sobre todo, con la incorporación de valores humanísticos en las personas que componen la sociedad. La difusión de la cultura contribuye significativamente a este enriquecimiento en valores. El núcleo de personas, cuyo entretenimiento —afición— radica en el desarrollo de bienes culturales, como la interpretación musical, constituye indudablemente una de las principales fortalezas de aquellas sociedades dotadas de gran dinamismo para enfrentar un mundo cambiante.

Se ha dicho que el canto es el gesto musical más inmediato para la comunicación personal, no solo porque está al alcance de todos, al no exigir la mediación de instrumento alguno sino porque, además, pone a la persona en contacto con su interioridad, sirviéndole de medio para comunicarse con los demás.

El canto, al integrar palabra y música en un solo acto, tiene la ventaja de transmitir más directa y fielmente lo que cada persona es, a la vez que forma activamente el carácter y personalidad de quien lo ejecuta. A su vez, el canto coral es, entre todas las manifestaciones musicales, la de más alto alcance comunicativo ya que esta actividad es realizada en concertación con otras voces humanas.

Así, el trabajo coral es el medio ideal para la integración entre personas de distinto contexto sociocultural que, trazándose objetivos comunes bajo la guía de un director musical, logran poner sus capacidades personales al servicio de los demás. En la medida que contribuye a la adquisición de hábitos como la disciplina, responsabilidad, la solidaridad y el compromiso, el canto coral permite que los integrantes desarrollen una visión de conjunto que es necesaria en el desarrollo de una comunidad que, superando las diferencias individuales, se enfoca directamente en metas comunes.

Cada una de las personas que conforman un coro adquiere la conciencia de que tan solo a través del trabajo en equipo —en el que, cada uno, aporta sus cualidades personales— es posible alcanzar el crecimiento del grupo y, a través de este, el de cada uno de sus integrantes.

De igual modo, el canto coral tiene efectos beneficiosos en la comunidad, como público oyente, tanto en la medida en que un coro es capaz de hacer que el público se sienta interpelado por el mensaje que desea transmitir, como al constituir uno de los medios más idóneos para sensibilizar a la población frente a la importancia de la cultura en la formación integral de una comunidad. Lo anterior es posible en la medida que el trabajo coral brinda, a los integrantes de un coro, las nociones y la práctica orientadas a la contemplación estética, fomentando el desarrollo de sensibilidad a la belleza. Esto se traduce en la experiencia del público, de sentirse conectados con el canto que ejecuta el coro, como una unidad personal, que le transmite un mensaje valioso: el de la riqueza que cada uno comunica.

He comprobado directamente, lo antes expresado, mediante la muy grata experiencia que he adquirido siendo promotor, motu proprio, desde 1989, del Coro Universitario formado por estudiantes de la Universidad de Piura (UDEP), de distintas procedencias, bien armonizados en cuatro voces.

Ellos han logrado excelentes resultados académicos en los estudios propios de la especialidad que han elegido, mientras disfrutaban integrando, a la vez, la agrupación artística, que cumple 30 años de trayectoria, dirigida por el Maestro Arturo Hernández Chávez, artista piurano, discípulo del eminente músico nacido en Chiclayo, Ernesto López Mindreau. Los integrantes del coro que he conocido, al terminar sus estudios, han ingresado a su actividad profesional destacando notablemente, también, en el mundo laboral, dotados de hábitos muy apropiados para la disciplina personal y el trabajo en equipo.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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