Agile más que un método, es una forma de pensar, una mentalidad de crecimiento que demanda una reestructuración cultural y estructural.

Por María Fernanda Díaz Cerdán. 11 febrero, 2022.

El término Agile es uno de los que más se escucha en el entorno empresarial, pero esto no siempre ha sido así.

Agile más que un método, es una forma de pensar, una mentalidad de crecimiento que demanda una reestructuración cultural (valores y comportamientos) y estructural (sistemas, procesos y métodos). Aunque, al principio, se relacionó con el desarrollo de software, ahora se entiende que es principalmente una forma de trabajar para hacer frente a los desafíos actuales. No se logra la agilidad organizacional si la empresa se sigue gestionando con un enfoque tradicional. Hoy, más que nunca, tras la pandemia, el mindset agile es la manera de impulsar el cambio en las organizaciones, y han sido, precisamente, los gestores con esta mentalidad los que han logrado convertir las dificultades en oportunidades de crecimiento.

En las empresas, muchas veces se incentiva un tipo de comportamiento, pero las acciones posteriores de los directivos no refuerzan el mismo.  Por ejemplo, se valora la confianza, entonces, ¿por qué es necesario controlar el trabajo a través de informes detallados a fin de mes?, si uno realmente confía en alguien, esperas que cumpla con sus responsabilidades. El proceso de reclutamiento busca perfiles y puestos específicamente detallados, sin embargo, las empresas solicitan personas cada vez más creativas e innovadoras, si realmente quieren personas que piensen fuera de la caja, la clave es determinar puestos flexibles con autonomía para que puedan ir más allá de lo que se les pide. No se logra un lugar de trabajo mejor si la estructura no guarda coherencia con la cultura deseada.

Aplicar los principios agile implica apoyar a las personas a participar, crecer y ser felices en su trabajo, alentarlas a abrazar el cambio y adaptarse a él, formar equipos empoderados, autoorganizados y colaborativos, generar un ambiente de confianza y motivación, y fomentar el crecimiento personal.

Si como empresa se está cuestionando si debería o no comenzar con prácticas agile, analice si su actual modelo de trabajo funciona, si no es así, comience por algo pequeño, vaya ajustándolo de acuerdo a sus recursos y capacidades, luego, expándalo y, sobre todo, involucre a sus colaboradores, las personas implicadas en las tareas son quienes pueden determinar qué va funcionar.

Los principios agile sirven como guía, funcionan a veces, pero, no siempre. La única forma de comprobarlo es a través del aprendizaje continuo, el compromiso de la gerencia, y puestos en práctica como punto de partida en los procesos de gestión humana. Es un viaje de nunca acabar, lo que hoy funciona puede que en unos meses sea cosa del pasado. Las organizaciones que se adapten al cambio serán las que prosperen, así que, hay que tener apertura y no miedo a lo nuevo.

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