“Los muchachos ya no se confundían, se “palteaban”. Los más sanos eran “zanahorias”. El examen fácil era “papaya” (...), el vocabulario cotidiano que empezaba a ser más uniforme con la televisión transmitida desde Lima”.

Por Carlos Arrizabalaga. 23 agosto, 2021. Publicado en Correo, el 21 de agosto de 2021.

Palta es el nombre que en Perú y los países de la mitad sur del continente llamamos a la Persea americana. Según el Inca Garcilaso (1509), “porque son de una provincia de este nombre se comunicó a las demás”. Desde México al Ecuador y también en España le dicen “aguacate”, nombre de un poblado tributario de los aztecas.

El habla popular ha dado significaciones figuradas al vocablo y el nuevo diccionario de peruanismos, Diperu (2015), registra las acepciones coloquiales de chasco, vergüenza, miedo o equivocación a las que se asocia el sustantivo: ¿cuál es tu palta?

También se dice “caído del palto” (o “del guabo”) al ingenuo. Y se ha derivado el verbo “paltear” (con su participio “palteado”), por avergonzar o asustar a alguien. Pueden registrarse abundantemente en la jerga farandulera: “Barraza dijo que al principio del programa estaba ‘un poco palteado’ porque no sabe cocinar, ya que “yo no conquisto por el estómago, yo conquisto con el floro”. Son jergas recientes que se pusieron de moda en los años 80, pues no las registran Lauro Pino ni Bendezú en sus diccionarios de argot.

De Lima se difundieron rápidamente por todo el país, como testimonia muy bien Librado Orozco (2018): “Los muchachos ya no se confundían, se “palteaban”. Los más sanos eran “zanahorias”. El examen fácil era “papaya” (…), el vocabulario cotidiano que empezaba a ser más uniforme con la televisión transmitida desde Lima”. El panorama había cambiado mucho desde que Martha Hildebrandt (1949) registrara un léxico piurano lleno de palabras extrañas a sus oídos.

El paso de las generaciones permite ver los cambios del habla local: “No se hacía paltas”, el protagonista de la celebrada novela de Orozco, frente a “las vallas que ponía el gobierno militar revolucionario”, aunque creo que “los muchachos de la Residencial Bolognesi” no hablarían así hasta una década después de la pauperización social del ideologizado régimen estatista.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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