Estamos rodeados de anglicismos y ya no hay modo de quitarnos de encima la mayoría. Algunos van quedando atrás, afortunadamente. Ya no decimos “el mouse de la computer” sino “el ratón de la computadora” (algo es algo). Ya no decimos “deletear files” sino “borrar archivos”. En el lenguaje futbolístico ya no decimos “réferi” sino “árbitro”, […]

Por Carlos Arrizabalaga. 23 enero, 2012.

Estamos rodeados de anglicismos y ya no hay modo de quitarnos de encima la mayoría. Algunos van quedando atrás, afortunadamente. Ya no decimos “el mouse de la computer” sino “el ratón de la computadora” (algo es algo). Ya no decimos “deletear files” sino “borrar archivos”. En el lenguaje futbolístico ya no decimos “réferi” sino “árbitro”, ni “córner” sino “saque” o “tiro de esquina”, y así otros.

Pero el inglés sigue siendo el rey de la fiesta y escuchamos por doquier cantidad de frases y palabras tomadas del idioma cuasimonosilábico sin más ni más. En la calle encuentro un taller que anuncia en un letrero que venden muebles, vitrinas y “stantes”. Se comió la “e” porque así parece venir del inglés, o es que de veras piensa que viene del inglés, por eso de que radiocaseteras, lavadoras y toda suerte de artefactos vienen todos con un botón que dice “stand by”.

Otro día encontré escrito: “scanneres”. Gracioso que conserva la forma gráfica que tiene el término en su lengua originaria, pero le pone el plural del castellano: otro engendro. Otros anglicismos que me asustan son “tener chance”, o ese otro de “ofrecer mejor performance” y lo de ir a ver el “sunset”, por supuesto. He tratado, pero no los aguanto.
Con todo, me parece más horrible aún que ofrezcan parrilladas con salsa BBQ (pronunciado algo así como “barbequiu”, si en realidad “barbacoa” es un término azteca que pasó al inglés americano a través del español mejicano, y todavía aquí en Piura se usaba (también para emparrillado o cama para dormir) no solo antes de que se inventasen los restaurantes al mejor estilo sureño, sino incluso antes de que se hablara inglés en tierras americanas. No sé si podremos ganar esta batalla gastronómica cuando le damos un nombre extranjero al trago nacional, lo que no es nuevo ya que el tan español y castizo “jamón” tiene un nombre francés.

Algunos anglicismos antiguos se nos hicieron cotidianos y les tenemos cariño como si fueran de toda la vida, como ocurre con “chompa” (de jumper), “queque”, (de “cake”), “gasfitero” (de “gas fighter”), “lonche” (de “lunch”) y otros. Ese camino lleva “guachimán”, aunque compite con “vigilante”. No decimos “custom” pero nos hemos inventado el verbo “customizar” para el que realiza la tarea del anglicismo de marras. Y tan contentos.

Finalmente, el indefinido “full” ha llenado nuestra vida diaria, y en lo laboral estamos “full chamba”, en la noche “full cansados”, y el supermercado “full gente”, el carro “full equipamiento” y el sábado todo está “full” y la iglesia el domingo “a full”. Y como no queremos pensar las cosas sino solamente que nos den el secreto de ganar dinero a espuertas, los libros o los eventos académicos se venden como pan caliente cuando son “full prácticos”, quizás por no ofrecer ninguna idea de consideración.

Es un caso interesante para los lingüistas porque los anglicismos suelen ser sustantivos o verbos, pero en este caso es un indefinido que actúa como adjetivo o como adverbio y vale también como locución. Es indestructible.

Docente.

Facultad de Humanidades.

Universidad de Piura.

Artículo publicado en el diario Correo (edición Piura), domingo 22 de enero de 2012.

 

 

Comparte: