En medio del ritmo acelerado y la rutina diaria, cultivar el agradecimiento nos permite reconectar con lo esencial, transformar el simple hecho de “estar” en una vida con sentido, presencia y trascendencia, escribe Cabrera Pillaca.
Por Jane Scarlet Cabrera Pillaca. 04 agosto, 2025. Publicado en Diario CorreoServicio Psicopedagógico. Universidad de Piura
La vorágine de la rutina, el trabajo y el consumismo muchas veces nos arrastra, haciéndonos perder de vista lo importante y el valor de lo que nos rodea. Vivimos por inercia, por “estar”, y el verdadero sentido del agradecimiento se diluye. La vida es un regalo inmenso: un viaje irrepetible que vivimos por única vez. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿vivimos para “estar” o para trascender?
El verdadero desafío es aprender a nutrir el agradecimiento en las cosas mínimas y sustanciales. Desde el simple hecho de despertar y sentirnos vivos, hasta el poder abrazar a nuestros seres queridos y compartir esos pequeños, pero significativos momentos que marcan el día a día. Son estas interacciones y percepciones las que nos permiten experimentar la vida de una manera plena y recíproca.
Cuando alguien parte de este mundo, la sensación de vacío es innegable y, aunque el dolor es parte natural del proceso, el agradecimiento puede ser un ancla, e incluso, en esa ausencia, podemos agradecer los momentos compartidos, las lecciones aprendidas y el impacto de quienes se han ido.
No se trata de vivir cada día de forma desenfrenada, sino de cultivar una apreciación constante. Avancemos paso a paso, reconociendo y agradeciendo cada bendición: despertar, tener salud, pertenecer a una familia o comunidad, el trabajo, las buenas noticias, etc. Incluso, las pruebas y dificultades nos ofrecen oportunidades de aprendizaje y crecimiento.
Siempre hay una lección, una fortaleza emergente, también en las situaciones más dolorosas; y, todo ese aprendizaje es un motivo profundo de agradecimiento. Al enfocar nuestra atención en lo que tenemos y aprendemos, transformamos la experiencia de “estar” en “trascendencia”, de modo que podemos dejar una huella significativa en este viaje único que es la vida.









