En la Semana Mundial del Agua, Eduardo Sánchez, profesor de la Facultad de Ingeniería, recuerda la urgencia de enfrentar el problema de acceso al agua como un reto global ligado al cambio climático.
Por Eduardo Sánchez. 25 agosto, 2025. Publicado en diario Correo, el 23 de agosto de 2025En Piura, más de 150 000 personas aún dependen de cisternas, pozos artesanales o riachuelos para acceder al agua. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) y la Autoridad Nacional del Agua (ANA), se trata de familias que no tienen la seguridad de abrir un caño y encontrar agua potable.
Esta realidad debería ser suficiente para recordarnos que el acceso al agua no es un privilegio, sino un derecho humano reconocido por las Naciones Unidas desde 2010 y reafirmado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Sin embargo, la desigualdad en el acceso al agua se refleja en múltiples realidades como barrios donde el servicio se corta o llega pocas horas, comunidades peri-urbanas y rurales que esperan a las cisternas, o zonas donde el agua está contaminada.
El derecho al agua no es solo un desafío técnico, también se requiere de una adecuada gestión y gobernanza de las instituciones encargadas que actualmente están fragmentadas, con escasa planificación y un débil sistema de fiscalización. Mientras que, el panorama a futuro tampoco es alentador. El Instituto Peruano de Economía (IPE) informa que en Piura la continuidad del servicio de agua es apenas nueve horas al día; una brecha que podría agravarse con el crecimiento urbano y los efectos del cambio climático.
En un contexto en que pronto se renovarán autoridades locales y nacionales, y en la Semana Mundial del Agua (del 24 al 28 de agosto), conviene recordar la urgencia de enfrentar el problema de acceso al agua como un reto global ligado al cambio climático y la equidad. Para Piura, esto es una invitación a situar el tema en el centro de nuestras prioridades locales. Garantizar el acceso al agua, segura y continua, es un acto de justicia social.








