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Jul

2021

La tiranía de los extremos en el Bicentenario

Es duro llegar al bicentenario en una tiranía de dos extremos. Tal vez la esperanza pase por las nuevas generaciones que parecen menos dispuestas a aguantar jugarretas políticas.

Por Germán Vega. 27 julio, 2021. Publicado en El Tiempo

Imaginemos una pista de dos sentidos llena de carros. Por algún motivo, ninguno se mueve. Vamos a asumir que todas las personas en los carros representan un país. Además, que la “producción” del país se determina según el estado de ánimo de estas personas.  Como todos quieren llegar a su destino, si medimos la “producción” en este momento, su valor será muy bajo.

De repente, los carros de un solo sentido se empiezan a mover. Si volvemos a medir la “producción”, esta habrá aumentado gracias a las personas que ahora ven su destino más cerca. Si les preguntamos, ellos dirán que la situación ha mejorado, indudablemente. Pero, si le preguntamos a quienes no se mueven mientras ven como sí lo hacen los otros, seguro se quejarán. Y, si volvemos con los primeros, nos dirán: ¿cómo puede haber gente quejándose si todo va mejorando?

Este ejemplo, me parece, ilustra la falta de empatía que hoy predomina en nuestra sociedad. Al otro no se le escucha, se considera por default que está equivocado. Esto se ha acentuado tras el posicionamiento de los dos extremos en la segunda vuelta electoral. Claro que la mayoría de las simpatizantes de derecha e izquierda son muy razonables; pero, las versiones más extremas son las que más resaltaron.

Basta con ver u oír sus declaraciones. Por ejemplo, los de la derecha llamando a desconocer los resultados electorales o lanzando acusaciones de fraude sin presentar pruebas que las sustenten. O los del otro extremo, acusando al Banco Central de la subida del tipo de cambio. Incluso se saltaron la lógica para acusar a algunas empresas del aumento de precios. Y ni hablar de la resistencia a tildar a Cuba de dictadura.

Lamentablemente, estas disputas no se limitan a lo político y acaban teniendo consecuencias serias para la economía del país. Es probable que el bando de la izquierda, ganador de las elecciones, pretenda culpar de todos sus errores económicos a la Constitución del 93. El otro bando, en vez de asumir una oposición responsable, podría optar por negarse a cualquier reforma. Aun cuando lo propuesto sea legítimo, más importará no ceder ante el “rival”.

El resultado, una economía sin los cambios necesarias y sin un liderazgo que sepa reconocer sus errores. O, en término reales, una economía sin bienestar para la mayoría.

Es duro llegar al bicentenario en una tiranía de dos extremos. Tal vez la esperanza pase por las nuevas generaciones que parecen menos dispuestas a aguantar jugarretas políticas. Como diría Jaime Chincha, en el país del bicentenario, nada está dicho.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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