01

Ago

2022

Artículo de opinión

Bicentenarios: fuente inagotable de reflexiones

Las conmemoraciones por los bicentenarios terminarán en poco tiempo; no obstante, seguirán constituyendo una fuente inagotable de reflexiones sobre un pasado cercano y determinante para la actualidad que hemos de seguir intentando comprender.

Por Elizabeth Hernández. 01 agosto, 2022. Publicado en El Peruano, el 30 de julio de 2022.

Los 201 años de la proclamación de la independencia en Lima, que acabamos de rememorar, son una importante oportunidad para seguir repensando la independencia peruana, sobre todo algunas cuestiones que nos permitan un análisis desapasionado de su realidad histórica, tomando distancia de las celebraciones oficiales, y entendiendo los hechos en su real magnitud.

La independencia del Perú no fue resultado de un proceso único y continuo que hunde sus raíces en el final del siglo XVIII y que llega, sin fisuras, hasta la batalla de Ayacucho. Siguiendo a Francisco Quiroz, la independencia es un conjunto de procesos no necesariamente integrados ni conectados. Por ejemplo, ni la rebelión de Túpac Amaru (1780) ni la de los hermanos Angulo y Pumacahua (1814) tuvieron que ver en las proclamaciones de independencia de 1820 y 1821. Que luego se convirtiesen en símbolos, es otra cuestión. Pero, la realidad indica que las independencias se proclamaron, entre otras razones, por el cerco al actual Perú que los patriotas venían realizando por mar y tierra, al norte y al sur. Además, y volviendo a ambas rebeliones emblemáticas, fueron rechazadas por amplios sectores de la sociedad virreinal (inclusive los cuzqueños) que las combatieron y que no se identificaron con sus finalidades, mucho menos con su violencia. Una y otra generaron discursos contrapuestos.

Siguiendo la línea anterior, los procesos de independencia deben entenderse, también, como un fenómeno plural porque es preciso afrontarlos desde las distintas regiones que conformaban el territorio ex virreinal. En virtud de la conmemoración de estas efemérides, daría la impresión de que casi todas las proclamaciones de independencia tuvieron como único objetivo conseguir la libertad de España. Sin negar esta finalidad, hubo además otros intereses políticos y económicos en los cabildos que las llevaron a cabo, muchos de los cuales buscaban una mayor autonomía respecto a la capital, recuperar espacios de control y mantenerse en la cúspide gubernativa local, aspiraciones que ya se venían manifestando desde la década anterior.

Recordemos también que en 1821 el Perú estaba dividido en provincias que habían proclamado su independencia y en otras que se mantenían bajo el control del virrey. Todo esto cambió con el triunfo patriota en Ayacucho. Pero, hasta ese año (1824), por ejemplo, Cuzco, Puno y Arequipa eran realistas. Para ellas, 1821 no significa históricamente lo mismo que para Piura, Lambayeque o Lima. De nuevo, historias y procesos paralelos. Esa es la razón por la que muchos historiadores preferimos hablar de los bicentenarios, también en plural, para dar idea más cabal de esta época.

Hemos de repensar también la política. Dos nombres están siendo rescatados en un intento por reivindicarlos del silencio y de la incomprensión historiográfica: José de la Riva Agüero y José Bernardo de Tagle. Ambos tuvieron una participación de primer orden en las independencias, hasta el punto de ser los primeros presidentes de la república. Líderes políticos destacados, manejaron una gran red de contactos dentro y fuera del Perú y en distintos niveles.

Es importante preguntarnos: ¿Qué contactos tuvo Torre Tagle para poder liderar las independencias en la intendencia de Trujillo? Sabía que contaría con apoyos que le permitiesen declararla y también mantenerla, saliendo airoso inclusive de una contrarrevolución. ¿Qué apoyos tuvo Riva Agüero para ser aliado de San Martín, primer prefecto de Lima, primer presidente del Perú, sobrevivir a un exilio forzado y mantenerse en la política republicana?

Seguimos privilegiando escenarios de contiendas bélicas, pero Riva Agüero y Torre Tagle evidencian que antes de la guerra está la política, que el espacio del otrora gran virreinato del Perú fue el centro del poder político en Sudamérica, y que personajes como estos dos limeños de noble cuna eran herederos de una tradición política de varios siglos, siendo perfectamente capaces de liderar o de gobernar. Apartándonos de discursos que buscan elevar a San Martín y a Bolívar afirmando que, al no haber aquí líderes políticos ellos tenían que asumir el gobierno, entenderemos a estos peruanos en su contexto y daremos de paso un giro fundamental en la comprensión de nuestras independencias.

Las conmemoraciones por los bicentenarios terminarán en poco tiempo; no obstante, seguirán constituyendo una fuente inagotable de reflexiones sobre un pasado cercano y determinante para la actualidad que hemos de seguir intentando comprender.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

Comparte: