19

Dic

2019

Artículo de opinión

Nuestra Señora de la O: una devoción de Adviento en la época virreinal

  • Inicio
  • Prensa
  • Nuestra Señora de la O: una devoción de Adviento en la época virreinal

El 17 de diciembre recordamos una fiesta del calendario litúrgico de la época virreinal: Nuestra Señora de la O, conocida también como Virgen de la Esperanza. Se conmemora los 7 días previos a la Navidad.

Por Ruth Rosas. 19 diciembre, 2019.

En la mencionada época, los fieles cantaban solemnes antífonas -copiadas de algunos profetas- que recordaban la expectación de la Virgen respecto del nacimiento de su Hijo: “Oh Sabiduría, Oh Adonai, Oh Señor, Oh raíz de José, Oh Llave de David, Oh Amanecer, Oh Rey de las Naciones, Oh Emmanuel… venid”. Como todos estos títulos empezaban con O la Iglesia estableció la fiesta de Nuestra Señora de la O, el año 656, durante el décimo Concilio de Toledo.

Virgen de la Esperanza. Imagen tomada de la web: de Nazareth a Sevilla (Álvaro Aguilar).

Tras su establecimiento, proliferaron las congregaciones en su honor en España y América. En el virreinato peruano, la primera cofradía se fundó en la Ciudad de los Reyes, en 1598, en la Iglesia san Pedro y san Pablo y reunió a un selecto grupo de distinguidos caballeros. Solo los piuranos con mayor poder patrimonial pudieron destinar 72 pesos para asentarse en esa cofradía y “tener parte en los sufragios que se hacían por todos los hermanos”. La primera mujer piurana que, al final de sus días, pidió ser registrada en esta corporación limeña fue María Gonzales Aguilar en 1806. Desde entonces, siguieron su ejemplo, miembros de la crema y nata citadina, y los más ricos de zona rural.

Por ejemplo, el alcalde provincial, Miguel Serafín del Castillo, estipuló en su poder para testar que se sacaran 144 pesos y enviaran al “tesorero de la Confraternidad de Nuestra Señora de la O” para que se le hiciesen dos asientos de 72 pesos cada uno, a beneficio de su alma. Los personajes mencionados, y pocos más, centraron sus últimas esperanzas en esta advocación mariana, convencidos de su intercesión.

Imitemos a María y José en su preparación para recibir al Niño Dios con lo mejor de nuestro corazón.

Comparte: