¿Qué cosa es esa?

Por , publicado el 18 de febrero de 2019

«Por favor, ¿podrías pasarme la cosa esa que está sobre el coso»? Frente a esta petición, que más de alguno habrá oído o dicho, no es raro verse sorprendido ante la molestia del interlocutor que no entiende por qué su petición no ha sido comprendida. «¿Qué cosa?», «¿en qué coso»? serían preguntas lógicas ante tal petición.

En su primera acepción, la palabra cosa aparece registrada en el Diccionario de la lengua española (DLE, 2014) como sustantivo femenino que significa ‘Lo que tiene entidad, ya sea corporal o espiritual, natural o artificial, concreta, abstracta o virtual’, concepto que, como se observa, da para todo. Por otro lado, la palabra coso no se encuentra asentada sino en el Diccionario de Americanismos (2010) que lo registra como sustantivo masculino que en algunos países de Latinoamérica hace referencia a ‘cualquier objeto como arma, vehículo, computadora, al que no se le denomina por su nombre específico’ y, también al ‘objeto de cualquier naturaleza, del que se desconoce su nombre o no se quiere mencionar’.

En un artículo titulado “Páseme la cosa que está sobre el cosito”, la historia detrás de la lingüística materna”, publicado en www.elpaís.com.co, Ana María Díaz Collazos explica que: «“Cosa” suele referirse a entidades abstractas, mientras que “coso”, a entidades concretas». En este sentido, podríamos añadir que cosa suele utilizarse tanto para lo tangible como para lo intangible. Así, en lugar de decir: Es una actitud o una reacción indigna, decimos es una cosa indigna; o se pregunta a alguien ¿Recuerda las cosas que le dije?, en lugar de ¿Recuerda las palabras que le dije?, al igual que decimos Pásame las cosas que dejé en el jardín, en lugar de Pásame el bolso y las llaves que dejé en el jardín. Caer en el uso excesivo de esta palabra se denomina cosismo; a saber: la utilización de la palabra cosa en lugar de una acción, de un cuerpo, de un ente o de un momento o circunstancia.

A este tipo de palabras que responden a lo que la norma califica como abusos –existe también el alguismo, por ejemplo–, Eric Araya, en su libro Abecé (2010), las denomina «palabras baúl», en cuanto pareciera que están ahí para nombrar lo que se desee cuando se desee. Son palabras que de igual forma podríamos considerar «comodín», en tanto se usan a conveniencia del hablante y se asemejan al de la baraja o al lado de un dado del que el jugador de turno se vale para una jugada específica.

Llama la atención cómo los hispanohablantes tienen diferentes sinónimos para nombrar indistintamente cualquier «cosa». En Venezuela, por ejemplo, la palabra perol (que comparte el significado con el resto de los hispanohablantes de ‘vasija de metal, de forma semejante a media esfera, que sirve para cocer diferentes cosas’) se utiliza también como ‘objeto cuyo nombre se ignora, no se recuerda o no se quiere mencionar’. Así, Llevamos muchos peroles o un perolero a la playa equivale a decir que decir Llevamos muchas cosas a la playa.

Coroto, palabra de procedencia interesante, aunque difusa, comparte significado con perol en Venezuela y Colombia. Ángel Rosenblat, en su libro Estudios sobre el habla de Venezuela. Buenas y malas palabras (1987), narra dos versiones posibles del origen de coroto, que se han hecho leyenda en la cultura venezolana. En la primera se dice que el presidente Guzmán Blanco había traído de París una obra del pintor romántico Jean Baptiste Camille Corot. Cuando el personal de servicio limpiaba, el general siempre les recordaba: «¡Cuidado con el Corot!». Ante esto, las criadas empezaron a burlarse del ‘coroto’ del general y la expresión se extendió a otros objetos. La segunda versión que ofrece Rosenblat, sostiene que la anécdota proviene de dos cuadros de la autoría de Corot que pertenecieron a José Tadeo Monagas –quien gobernó en dos períodos durante el siglo XIX en Venezuela –. Se dice que cuando cayó la dictadura de este y su hermano, el pueblo saqueó la residencia presidencial y arrastró por las calles las dos obras, a lo que la gente gritaba: «Cuidado con los corotos», y que con el tiempo también devino una expresión muy típica de ese país: ¡Adiós, corotos!, que se utiliza para ‘Expresar asombro o extrañeza ante un hecho inesperado o algo dicho’.

Ahora bien, de todas estas palabras que de alguna forma pueden considerarse «vocablos baúl», hay una que, independientemente de que en algunos países posea otros significados (‘algo trabajoso’, ‘persona molesta, fastidiosa’, ‘envoltura del guisante’ o tenga una connotación vulgar), comparte el significado de cosa. Esta palabra es vaina, que, como se registra en Colombia, Cuba, Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú y Venezuela significa ‘cosa no bien conocida o recordada’ (DLE, 2014). Así, cualquier hablante podría dirigirse a otro para pedirle algo con las siguientes palabras: «Pásame esa vaina que está sobre la vaina esa».

Esta forma de nombrar de manera imprecisa lo que nos rodea, lo que sentimos o nos acontece no parece responder ni a un acto de pereza ni de descuido ni de ignorancia, sino que más bien pareciera ser una evidencia del ingenio del hispanohablante, que siempre en tantas ocasiones busca llenar de significaciones las palabras que va utilizando.

Kira Elena Morales Zamora

4 comentarios

  • Anónimo dice:

    “Coso” es un argentinismo.

  • Jacinto Gonzalez dice:

    ¿Qué cosa es esa? me suena a una pregunta trunca en que falta o se supone un sustantivo femenino, (…esa cosa, …es esa matraca, …)
    En cambio.¿Qué cosa es eso? es más inclusivo o general, lo que uno señala.

    Discutible eso que “Ana María Díaz Collazos explica que: «“Cosa” suele referirse a entidades abstractas, mientras que “coso”, a entidades concretas».”
    Si pregunto ¿qué es esa cosa que detiene o atraca el movimiento? Esa cosa es algo “durito”,, tangible y nada de abstracto. ¿Qué cosa pasó por tu mente cuando…? o ¿Qué coso pasó por tu mente cuando ….?

    En el párrafo final, Kira Elena, sienta las pautas de una apertura a nuevos vocablos, cambios de ancestrales normas, hasta aceptar extranjerismos para nuevas entidades.

  • Juan Pérez Nomás dice:

    Hablando de extranjerismos, anglicismos o norteamericanismos ¿Qué cosa es el “pos”?

    POS, es un acrónimo más que se une a RADAR. SUNAT, FAO, IATA. APRA y otros que a diario usamos.

    Aunque muchos, para cobrar o pagar lo usan a diario, pocos saben que ese dispositivo, o esa “terminal”, es el “Point of Sale”, simplificado o “acronimizado” a POS de fácil pronunciación. Muy pocos lo llaman “peoese”, emulando al “pioes” del inglés hablado.

    POS, traducido al castellano sería “Punto de Venta” y felizmente, los “doctos” de la RAE, no lo tradujeron a “PDV” esto es “Pedeuve”..

  • Ana M. Díaz Collazos dice:

    Interesante apunte de Jacinto González, lo que me obliga a agregar el uso de “cosa” como eufemismo para tabúes lingüísticos, en este caso, órganos sexuales.

Deja un comentario

×