Verbo y oración

Por , publicado el 24 de octubre de 2018

Todo usuario de la lengua es un sujeto que enuncia. Pero entre los enunciados que producimos existen diferencias; concretamente, hay un tipo de enunciado que es más complejo que los demás, que aporta una comunicación completa: es el caso de la oración. Se dice esto porque, a diferencia de la frase, otro tipo de enunciado, la oración no solo señala una realidad, sino que además dice algo concreto de esta: El auto de ahí corre muy veloz. Es por esto que el requisito sintáctico mínimo para que exista oración es que haya un verbo conjugado que diga algo del sujeto, que predique sobre él. Su relevancia es tan esencial que el verbo conjugado se constituye en núcleo de toda la estructura. Asimismo, un verbo solo, sin más, puede formar la estructura completa. Por ejemplo, Quiso es ya una oración constituida, pese a que no se expresa quién hace la acción de querer o qué es lo que quiere. Sucede que (y aquí la complejidad del verbo) la flexión verbal contiene en sí una marca del sujeto, y es por eso que, aunque no se nombre, tenemos la precisión de que fue una tercera persona la que hizo la acción. Asimismo, por dicha indicación implícita es posible la figura del sujeto tácito o no expresado: aunque se oculte, el verbo siempre delata a su realizador.

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