Los extranjerismos: palabras que se adaptan a una vida nueva

Por , publicado el 25 de febrero de 2013

Cuando por diversos motivos nos trasladamos a otra ciudad o cambiamos de lugar de residencia, procuramos adaptarnos a una nueva forma de vida. Del mismo modo, los términos de otras lenguas o extranjerismos que se incorporan al léxico del español pasan por un proceso de transformación que les permite adecuarse al sistema fonológico, ortográfico y morfológico de nuestra lengua, es decir, se adaptan a las formas propias de las palabras del español hasta establecer una fuerte cohesión entre grafía y pronunciación.

Así, en los enunciados “Me compré un bluyín”, “A mi papá le pusieron un baipás”, “Caminamos por el bulevar de la calle Ayacucho”, “Tomé yogur de durazno” o “Tomamos un capuchino”, bluyín y baipás (del inglés “blue jeans” y “by-pass”), bulevar y yogur (del francés “boulevard” y “yogourt”) y capuchino (del italiano “cappuccino”) alcanzan en la escritura unas formas adaptadas que se corresponden con su pronunciación en español: [bluyín], [baipás], [bulebár], [yogúr], [kapuĉíno]. En estos casos, “se prescinde de los grafemas del original que no tienen reflejo en la dicción española y se aplican las reglas de acentuación gráfica propias de nuestro idioma” (Ortografía de la lengua española, 2010).

En ocasiones, la adaptación se consigue añadiendo solo la tilde: bádminton, blíster y máster (del inglés “badminton”, “blister” y “master”, respectivamente); en otras, en cambio, el extranjerismo se incorpora con su grafía original, como sucede con las voces inglesas box, kit o set que se pronuncian de la misma manera como se escriben: [bóks], [kít] y [sét]. A veces, se mantiene la grafía original de la palabra extranjera y son los hablantes los que se acomodan a ella, aunque puede diferir de la pronunciación original: puzle (‘rompecabezas’), que en inglés se escribe “puzzle” y se pronuncia [pásel].

Ahora bien, conviene diferenciar entre extranjerismos adaptados, como todos los citados líneas arriba que se consideran palabras del español y no necesitan distinguirse gráficamente, y extranjerismos crudos, que conservan su escritura y pronunciación originarias y se presentan en zonas en las que los hablantes son más reacios a las adaptaciones. Por ejemplo, el extranjerismo iceberg [isebérg] plenamente adaptado con su grafía y pronunciación en España, en América se prefiere con la pronunciación inglesa [áisberg]. Los extranjerismos crudos sí se distinguen al escribirse preferentemente con cursiva o entre comillas.

Susana Terrones Juárez

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