¡Viva la patria! ¡Viva!

Por , publicado el 24 de julio de 2017

En el mes de julio, algunos países sudamericanos se visten de fiesta. Venezuela, Argentina, Colombia y Perú festejan su independencia; y en cada uno se escucharán ovaciones y vivas que recordarán la libertad. Justamente, este artículo se encamina a comentar el uso de dos interjecciones aclamativas: vítor y viva, usadas en diversas celebraciones.

El sustantivo víctor —como el nombre propio Víctor— proviene del latín y significa ‘vencedor’. Tanto este como su variante vítor se desempeñaron como interjecciones en exclamaciones que denotaban homenaje, alegría o aplauso. Tomamos este ejemplo de Sor Juana Inés de la Cruz: «¡Víctor, víctor! / No se avergüenzan los Sabios / de mirarse convencidos; / porque saben, como Sabios, / que su saber es finito» (Villancicos); y este otro caso de Vicente Blasco Ibáñez: «Una vieja empezó a palmotear, gritando ¡vítor!, ¡vítor!, entre las risotadas de la gente» (La barraca). Cabe indicar que los términos víctor y vítor se corresponden con los verbos victorear y vitorear respectivamente, cuyo significado es ‘aplaudir o aclamar con vítores a alguien o algo’ (Diccionario de la lengua española, 2014).

Poco a poco, el término vítor como interjección se convirtió en un arcaísmo y fue reemplazado por viva. Don Ricardo Palma ya señala este proceso en sus Papeletas lexicográficas: «Con la Independencia pasaron los vítores al panteón de los arcaísmos, pues ya ni entre monjas se oye la palabra. Hoy se viva a todos, y por todo: antes del triunfo, en el triunfo y después del triunfo. Los vítores eran hijos del éxito, no lo antecedían. ¿Hay ogaño un bochinche popular? Pues lo primero que pregunta el curioso es ¿a quién vivan? Y después los vivas se encargan de decirnos por quién quedó el campo. El verbo vivar es republicano por excelencia, y en América vivimos siempre conjugándolo. Y no me digan que es desusado en España, pues lo he oído nada menos que de boca del académico señor Núñez de Arce quien, al clausurar el Congreso Literario, terminó su discurso con estas palabras: ¡Viva España! ¡Vivan las repúblicas americanas!» (2003: 278-279).

Asimismo, la palabra viva, además de una interjección, puede ser un sustantivo, un adjetivo o un verbo. Como sustantivo es masculino y se usa más en plural, así lo vemos en este fragmento de Benito Pérez Galdós: «[…] los aplausos y los vivas le halagaban en extremo» (Zaragoza). Como adjetivo, el Diccionario de la lengua española (2014) recoge doce acepciones, una de ellas es ‘intenso, fuerte’: La viva fe mueve el alma del creyente. Además, es de dos terminaciones, pues posee flexión de género masculino y femenino —vivo, viva—. Por otro lado, dar vivas se corresponde con el verbo vivar que es sinónimo de vitorear. En algunas de sus conjugaciones, coincide con el verbo vivir; por ejemplo, en la primera persona del presente de indicativo: Yo vivo [doy vivas ~ tengo vida].

En las construcciones del tipo ¡Viva la fiesta! ¡Vivan los novios!, la palabra viva no funciona como interjección sino como verbo. Este emplea la tercera persona del presente del subjuntivo y debe concordar en número con el sintagma nominal que lo acompaña —la fiesta, los novios—. El Diccionario panhispánico de dudas (2005) señala que «en ocasiones va introducido por la conjunción que: “¡Que viva la revolución, mi hijito!” Sin sujeto e inmovilizado en singular, se emplea como interjección aclamativa, uso en el que se ha perdido el sentido original del verbo: “Él hablaba de muerte y la masa respondía ¡viva!”».

Después de haber visto la vigencia de la que goza el término viva frente al casi desusado vítor, no quiero desaprovechar la ocasión para invitar a los peruanos a revivir la independencia de nuestra patria. Recordemos cómo resonó ese verbo vivir que acompañó las palabras de don José de San Martín aquel 28 de julio de 1821: «¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la independencia!»; y hoy, como entonces, respondamos a viva voz con la interjección ¡Viva!

Bertha Guzmán Velasco

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