Sobre la eñe  

Por , publicado el 25 de octubre de 2023

La ñ es una consonante con sonido nasal palatal. Es la decimoquinta letra del alfabeto español y la duodécima consonante; y está presente en miles de palabras.  

Sin duda alguna, la letra eñe, esa ene con sombrero (más técnicamente, esa rayita ondulada llamada tilde o virgulilla), es el signo de identidad más original del español. Y para celebrarlo, hoy le dedicaremos nuestro artículo. 

Aunque la eñe se remonta a la Edad Media y es la única letra del alfabeto español originada en España, solo entró al diccionario  de la Real Academia Española, con apartado propio, a principios del siglo XIX (Alberto López, La letra ‘ñ’, la identidad del español en el mundo, 2021).  

Surgió de la combinación de otros fonemas como la –nn-, o también los grupos -gn-, -ni- o -ne-, que se continuaron utilizando de manera indistinta hasta el siglo XIII. Un dato curioso es que estas composiciones de letras suponían para los monjes copistas una inversión de tiempo en la escritura y un gasto extra de tinta y pergamino.  Por estas razones, en castellano y el gallego optaron por la ñ escrita y pronunciada, no así en portugués, que emplea la combinación nh (Espanha); el francés y el italiano, la gn (Espagna); y el catalán, la ny (Espanya). 

Fue el rey Alfonso X el Sabio quien por su política de unificación lingüística realizó una reforma ortográfica en la que introdujo la eñe como la opción preferente para reproducir las combinaciones fonéticas anteriores. Y, finalmente, gracias a Antonio de Nebrija, la ñ fue incorporada a la primera gramática española de 1492. Como ya adelantamos, el reconocimiento oficial de la Real Academia Española a la letra ñ fue un hecho al incluirla en el diccionario en 1803.  

Para continuar el relato de la exitosa vida de la eñe, veremos cómo casi la perdemos. Por increíble que parezca, hace pocos años estuvo a punto de desaparecer en la escritura. 

En años 90 del siglo XX, la Comunidad Económica Europea (CEE) se planteó eliminar la ñ para favorecer la uniformidad de los teclados de escritura de los aparatos tecnológicos. También internet marginaba esta letra, junto con las tildes y la diéresis.  

Afortunadamente, la eñe salió bien parada de todo esto, gracias a que el 23 de abril de 1993 el gobierno español aprobó un Real Decreto para mantener la obligación de la ñ en los teclados. Esto estaba amparado en el Tratado de Maastricht, que admitía las excepciones de carácter cultural que ya existieran antes de la creación de la UE (Héctor Herrera, Historia de la Ñ: de cuando la Unión Europea quiso “atentar” contra la Ñ, 2022)  

Como tributo a su emociónate vida, suscribimos las palabras del nobel colombiano Gabriel García Márquez: “Es escandaloso que la Comunidad Europea se haya atrevido a proponer a España la eliminación de la ñ solo por razones de comodidad comercial. Los autores de semejante abuso y de tamaña arrogancia deberían saber que la ñ no es una antigualla arqueológica, sino todo lo contrario: un salto cultural de una lengua romance que dejó atrás a las otras al expresar con una sola letra un sonido que en otras lenguas sigue expresándose con dos”. 

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