Reverb(er)aciones

Por , publicado el 19 de enero de 2015

reverberaciones

Salía desprevenido de mi oficina, y casi me doy de hocicos con un individuo greñudo y barbicaprino, rostro copiosamente engrapado, que me preguntó: ¿Es aquí donde recepcionan los trabajos para el concurso de arte?”.

Debidamente apercibido, quizá hubiera disimulado cortésmente, pero ante lo brusco del encuentro tan solo acerté, libre el instinto, a responder a la agresión con un no, aquí es donde se reciben tan cortante como ineficaz.

Rato más tarde, sería el ambiente sosegado de la cafetería (actualmente perdido tras la implantación del funesto hilo musical) lo que me permitió reflexionar y convencerme de que vaya antipático que soy, que no era para tanto. Que recibir, como simple sinónimo de tomar, no era lo mismo que el neologismo recepcionar: este era un verbo derivado del sustantivo recepción en cuanto que departamento u oficina de atención al público, incluido el depósito de documentos* [definición claramente mejorable, pero recuerden que estaba en la cafetería]. Por tanto, era imposible que nadie confunda recibir con recepcionar. También, por otra parte, solucionar se había impuesto con naturalidad a resolver o solventar, o influenciar a influir. Hasta el acto de inauguración de ciertas instituciones había creado el término reverbalizador de aperturar, por la apertura que este celebraba. En conclusión, circunstancias especiales dan lugar a palabras más expresivas y de significados más específicos. La lengua es rica, cambiante, dinámica, creadora gracias al instinto genial del multitudinario autor-hablante.

Embebido en tan gratas reflexiones, regresé a mi oficina reconciliado con los derroteros de la lengua de Cervantes. Ni siquiera me contrarió demasiado encontrarme con que me había dejado las llaves dentro de mi cubículo. Agradecido por el descanso extra que mi distracción me concedía, marqué el anexo telefónico de recepción (ajá) y les pedí que me mandaran un encargado con la llave correspondiente, a lo que gentil el operador dio una respuesta que reverberó durante horas, dolorosamente, en mi oído interno: No se preocupe, doctor, ahorita avisamos al conserje para que le aperturen.

Manuel Prendes Guardiola
Universidad de Piura

5 comentarios

  • Patricio dice:

    Don Manuel,
    Le agradeceré me corrija si la palabra ESTE en el párrafo siguiente de su escrito debería llevar tilde, yo la habría acentuado.
    Gracias

    “Hasta el acto de inauguración de ciertas instituciones había creado el término reverbalizador de aperturar, por la apertura que ESTE celebraba”.

  • Héctor dice:

    Y antes de aperturarte podrían haberte pedido que te autenticaras

  • Lady dice:

    Según la Ortografía de la lengua española (2010) los demostrativos, funcionen como determinantes o como pronombres, no deben llevar tilde porque son palabras bisílabas y, en el caso de este (-a, -os, -as), ese (-a, -os, -as) y aquella (-as, -os, -o), son palabras llanas terminadas en vocal o en consonante s. Por su parte, aquel es aguda y termina en consonante distinta de n o s. En conclusión, ya no llevan tilde.

  • Sebastián L. dice:

    No, no debe llevar tilde.

    Puedes mirar un poco más de este tema en la RAE (edición del 2010).

  • Saúl Martín dice:

    Los demostrativos no se acentúan. Se lo explica mejor Alberto Bustos en http://blog.lengua-e.com/2007/la-tilde-de-los-demostrativos/

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