Aproximación al discurso político (parte II)

Por , publicado el 21 de septiembre de 2022

Por experiencia sabemos que nunca se dejan de lado las emociones si lo que se pretende es influir en los otros para que hagan o piensen tal cosa. Esto sucede, por ejemplo, en una campaña electoral. Entonces, ¿la argumentación en el discurso político tiene que ver más con la pasión que con la razón? Es la pregunta con la que queremos iniciar este artículo para continuar exponiendo las especificidades de este tipo de comunicación. Veamos qué dicen los expertos.

Gloria Cárdenas en su artículo “El lenguaje, la persuasión y las pasiones” (2006) recuerda que para Aristóteles las pasiones son necesarias para producir la persuasión: “(…) podemos afirmar que en el caso de la retórica de Aristóteles las pasiones son estados de ánimo que no sólo pueden acompañar el discurso o producirse mediante determinados discursos, sino que ellas mismas pueden promover acuerdos que luego se enuncian discursivamente, de tal modo que en ellas se fundaría la fuerza persuasiva del discurso”.

En este punto, nos parece relevante recurrir al especialista en estudios del discurso, Patrick Charaudeau (“La argumentación persuasiva. El ejemplo del discurso político”, 2009), para conocer la distinción entre dos acciones: convencer y persuadir. La primera (el logos) se orienta hacia el establecimiento de la verdad mediante razonamiento; la segunda (el pathos) se basa en emociones y busca conmover al auditorio. De este modo, quien habla busca tener razón y hacer que el otro la comparta. También hay que tomar en cuenta cómo la imagen del orador (el ethos) que influye en el público cuando este logra identificarse con él.

Continuando con este autor, el hombre político se encuentra en una situación cuyo objetivo esencial es la incitación a hacer, y que lo lleva a querer atraer la simpatía de la mayor parte del público. Y por ello, debe manejar diversas estrategias discursivas que dependen a la vez de cuatro factores, a saber: 1) la manera en la que él percibe la opinión pública; 2) el modo en que él piensa que la opinión pública lo percibe; 3) los otros actores políticos (sus aliados o sus oponentes); y 4) las ideas o las personas que estima necesario defender o atacar.

Una de esas estrategias corresponde a la selección de argumentos destinados a dramatizar la escena de la vida política recurriendo al universo de los afectos. Se trata de una puesta en escena “(…) siguiendo el guion clásico de los cuentos populares y de los relatos de aventura: una situación inicial en la que se describe un mal, la determinación de la causa de ese mal y la reparación de ese mal por medio de la intervención de un héroe natural o sobrenatural”. Por ejemplo, el manejo discursivo en las campañas electorales de eslóganes referidos a la migración como un mal, a los que sigue la solución salvadora que consiste en proponer medidas que deberían reparar el mal existente (Charaudeau, 2009, p. 289).

En este sentido, también las metáforas son un importante recurso persuasivo y contribuyen a estructurar el discurso político. Como apunta Cuvardic (“La metáfora en el discurso político”, 2004, p. 71) las metáforas son utilizadas “por gobiernos, partidos, movimientos sociales y medios de comunicación, (…) [y] no solo canalizan las propuestas políticas, sino que también contribuyen a su estructuración discursiva y a su eficacia persuasiva”.

Para ilustrar este asunto, en seguida comentamos los resultados de un estudio (aún en desarrollo) de la metáfora en el discurso político peruano. Se trata del trabajo de Nora Solís Aroni, “Metáforas y metonimias de la guerra en el discurso político durante la pandemia covid-19” (2020), un análisis del discurso del presidente del Perú Martín Vizcarra durante la pandemia covid-19. En las alocuciones analizadas, la investigadora observa varios casos de metáforas conceptuales que giran en torno a la guerra, a saber: El virus es un adversario; el virus causa pérdidas; las personas son recursos de guerra; las estrategias son recursos de guerra; las medidas son estrategias de guerra; entre los enunciados más destacados. Y concluye diciendo que el uso metafórico del lenguaje como recurso lingüístico cognitivo le sirvió al presidente Vizcarra para obtener el 87% del apoyo de la población el 22 de marzo de 2020, según IPSOS, aunque este apoyo fue disminuyendo con el transcurso de los meses y ante el avance de la pandemia.

En definitiva, consideramos ineludible poner en evidencia los mecanismos discursivamente estratégicos de quienes ejercen o pretenden ejercer el poder. Y con esto en mente hacemos esta entrega a nuestros lectores.

 

Un comentario

  • Francois dice:

    Libro muy importante para la contribución a la evolución de la ciencia social y politica

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