Una víctima es una víctima
Por Lady Olivares, publicado el 11 de junio de 2025La cuestión del género en español es tan versátil que suele generar dudas y controversias entre los hablantes, especialmente al momento de reflejar gramaticalmente el cambio de sexo en una realidad determinada. En muchos casos, esta correspondencia es sencilla: si buscamos el femenino de profesor o caballo, encontraremos profesora o yegua, respectivamente. Sin embargo, surgen dificultades cuando se trata de palabras como jirafa o víctima. ¿Sería válido decir el jirafa para el macho y la jirafa para la hembra? ¿O el víctima para un hombre y la víctima para una mujer?
A simple vista, podríamos pensar que sí, tomando como referencia casos como el artista/la artista. Pero estaríamos equivocados. A diferencia de profesor o caballo, que presentan una forma gramatical diferente para cada sexo, jirafa y víctima no cambian: tienen un único género gramatical que no varía con el sexo del referente. A este tipo de sustantivos se les conoce como epicenos, y sobre ellos reflexionaremos en esta oportunidad.
Los sustantivos epicenos son una categoría gramatical que se caracteriza por tener un único género gramatical que se aplica tanto a seres de sexo masculino como femenino. Así, jirafa y víctima serán siempre femeninos, independientemente de que señalen a una jirafa macho o a una víctima masculina (hombre). La mayoría de los epicenos son nombres de animales: tiburón, ruiseñor, hormiga, búho o sapo. Y, aunque en menor número, hay epicenos que designan personas: víctima, ser, autoridad, personaje, persona, mando, gente, emisor, entre otros.
Los sustantivos epicenos constituyen una categoría gramatical caracterizada por tener un solo género gramatical —masculino o femenino— que se mantiene constante, independientemente del sexo del ser al que se refieren. Por ejemplo, jirafa y víctima son siempre femeninos, ya hablen de una hembra o de un macho: la jirafa macho; o de una mujer o un hombre: la víctima, un hombre de 40 años. Una víctima es una víctima, independientemente de su sexo.
A diferencia de sustantivos como lobo y loba, que marcan el sexo del referente mediante una variación gramatical (cambiamos el morfema –o por el –a), los epicenos requieren determinantes o modificadores contextuales para precisar si se refieren a un individuo masculino o femenino. Por ejemplo, el sustantivo epiceno persona es femenino gramaticalmente, pero puede referirse tanto a un hombre como a una mujer. En estos casos, suele recurrirse a elementos como pronombres o adjetivos para aclarar el referente: La persona que ganó fue ella frente a La persona que ganó fue él. Como se ve, la diferencia de sexo no la marca el sustantivo persona, sino los pronombres ella y él. El artículo la permanece constante, porque concuerda con el género gramatical del sustantivo.
Otros casos de uso cotidiano son víctima y ángel, gramaticalmente femenino y masculino, respectivamente, aunque también pueden referirse a individuos de cualquier sexo. En los siguientes ejemplos, los complementos permiten precisar el referente: La víctima, una mujer de 40 años, murió camino al hospital o La víctima, un hombre de 40 años, murió camino al hospital. Lo mismo ocurre con ángel: Mi hija, mi pequeño ángel en la Tierra o Mi hijo, mi pequeño ángel en la Tierra.
Por lo tanto, es fundamental recordar que la concordancia gramatical de los sustantivos epicenos depende del género gramatical del sustantivo, no del sexo del ser al que se refieren. Así, enunciados como *La víctima fue conducido al hospital más cercano, donde se hace concordar el participio conducido con el sexo masculino de la víctima, son incorrectas. Lo adecuado sería: La víctima fue conducida al hospital más cercano, manteniendo la concordancia en femenino con el género gramatical del sustantivo víctima.
Esta particularidad nos lleva a plantearnos una pregunta: ¿Son los sustantivos epicenos inclusivos? Al permitir que términos como la víctima, la persona, la autoridad, el ángel o el ser se apliquen a personas de ambos sexos sin modificar su forma gramatical, nos lleva a reparar en el hecho de que los epicenos aportan una herramienta lingüística que favorece un discurso más equitativo. Esta característica resulta especialmente significativa en contextos sociales donde los debates sobre equidad de género y diversidad sexual han cobrado gran importancia.