No es lo mismo

Por , publicado el 29 de agosto de 2016

Más claro, imposible. Gaturro condensa en esta viñeta la mayor parte de las dificultades ortográficas por las que atraviesa todo hispanohablante en su deseo de dominar la ortografía española, ya que distinguir qué letra corresponde usar, basándose solo en cómo “suenan” las palabras”, puede convertirse en un verdadero dolor de cabeza. En español, pues, el sonido no es un indicador confiable para aprender la escritura correcta de las palabras; existen varios pares de fonemas que, por diversas razones explicadas a lo largo de la historia del español, se confunden entre sí.

Las palabras homófonas, esto es, que “suenan” igual pero difieren en escritura y en significado, como bello/vello; casar/cazar; calló/cayó, basan su distinción, por lo general, en una letra, que representa a su vez un fonema (o sonido ideal de una lengua). Y esto ocurre porque el español –que es una lengua de escritura alfabética– no cumple al cien por ciento con el llamado “principio fonémico”, por el cual a cada fonema le correspondería un solo grafema (grafía o, comúnmente, letra). Según este principio, cada palabra tendría que escribirse de la misma forma como se pronuncia y, viceversa, pronunciarse de la misma forma en que está escrita.

Sin embargo, la realidad del español dista de cumplir este ideal, pues existe un grupo de fonemas que no mantiene una correspondencia biunívoca fonema-letra, tal como lo muestra Gaturro: b/v; s/c/z; y/ll; h/ sin h.

En primer lugar, el fonema /b/ se representa en la escritura con las letras «b» (bote, bello), «v» (vote, vello) y, en algunos casos, con «w» en wolframio (pronunciado [bolfrámio]). Esto es, a un mismo fonema /b/ le corresponden tres letras o grafías: «b», «v», «w». Si bien la distinción gráfica entre be y uve se mantiene en español, ya desde el siglo XVI su pronunciación era prácticamente la misma, como /b/. Por tanto, la pronunciación forzada de la uve como labiodental, para distinguirla de la be y facilitar su reconocimiento (sobre todo en el contexto escolar), no es real, pues en la práctica be y uve representan un mismo fonema.

Del mismo modo, el fonema /s/ se podría escribir con «s» (seda, siento, sierra), «c», si va seguido de las vocales e, i (ceda, ciento, cierra), o «z» (cazar). Estas posibilidades se explican por el «seseo», fenómeno lingüístico presente en toda Hispanoamérica y en parte de España que elimina las diferencias de pronunciación de los fonemas /s/ y /z/ (representado en la escritura por la C+e, C+i y la Z). De esta forma, a las letras «s», «c» (con e/i) y «z» les corresponde el mismo fonema: /s/. Así, sapo, zapato, Cecilia, aunque se escriban con letras distintas, en las zonas seseantes se pronuncian con el sonido inicial de /s/: [sápo], [sapáto], [sesília].

Otro fenómeno lingüístico extendido es el yeísmo, por el que la elle («ll») y la ye («y») se pronuncian de la misma forma: /y/, como en malla/ maya [= máya]; calló/cayó [=cayó]. No obstante, en algunas zonas hispanohablantes se mantiene aún la diferencia de pronunciación entre la elle y la ye, lo que se conoce como lleísmo. Así, los hablantes lleístas distinguen claramente entre pollo [póllo], escrito y pronunciado con elle, y poyo [póyo], con ye.

No exenta de polémica a lo largo de su historia como letra del español, llega la hache. Esta letra «muda», porque no tiene sonido pero sí presencia, es uno de los dolores de cabeza de quienes deben saber cuándo colocarla, sea al inicio de la palabra o en mitad de ella. Las reglas del uso de la hache van desde el criterio etimológico (si en su origen latino o de otra lengua la tuvieron) hasta el meramente pragmático, como la que precede a los diptongos /ua/ (huachafo), /ue/ (hueco), /ui/ (huida). La hache es la única letra en español que no tiene fonema que la represente. Sin embargo, la hache no siempre es muda. En algunos préstamos incorporados al español la hache se pronuncia aspirada, como en hámster [jámster] o haiku [jáiku], en que la hache se pronuncia como una jota.

Y a la lista de Gaturro se pueden añadir las confusiones ortográficas y las homófonas producidas por la semejanza fónica de ge/je, gi/ji. La ge, pues, admite dos realizaciones: como /j/ si va seguida de las vocales «e», «i» (geranio, gitano) o como /g/, si va seguida de «a», «o», «u» (gato, gorro, gula) o al final de sílaba, en extranjerismos sobre todo (gong, iceberg, blog). Además, para distinguir el sonido /g/ de /j/ cuando va seguida de las vocales e, i, se recurre al dígrafo gu, en el que la u sirve solo para marcar la diferencia de pronunciación (guerra/ gema), por lo que no se pronuncia; si tuviera sonido, en cambio, se recurre a la diéresis sobre la u: desagüe, pingüino. Estas diferentes posibilidades son terreno fértil para las confusiones ortográficos, tanto en el plano oral como en el escrito.

El terreno de la ortografía, en español, es extenso, lleno de matices, precisiones y excepciones. El hablante que es consciente de ello sabe que dominar la correcta escritura y pronunciación de las palabras de su idioma le costará trabajo. Si bien muchas veces los problemas ortográficos se solucionan gracias al contexto (oracional o extralingüístico) o por la bondad del interlocutor, la responsabilidad de saber elegir la forma correcta, la que se ajusta a lo que se quiere realmente comunicar recae en el hablante.

Conocer la forma y significado de las palabras no puede lograrse solo de oídas; hace falta el referente visual de la palabra para no caer en confusiones. El diccionario se convierte, así, en el aliado ideal para aclarar dudas. Pero para entender o conocer los usos fijados por la norma, es recomendable una lectura de la más reciente Ortografía de la lengua española (2010), donde de una manera bastante amena y sencilla se puede conocer más a fondo la historia y evolución de este sistema de letras y fonemas sin el que no podríamos expresar nuestro pensamiento.

Shirley Cortez González
Universidad de Piura

“Gaturro” es una propiedad de Nik

4 comentarios

  • Rafael Vides de la Hoz dice:

    Es un valioso aporte para docentes y estudiantes. Estamos viendo gran cantidad de “horrores ortográficos en todas partes.

  • Renzo dice:

    Al lado del inglés, el castellano casi cumple el principio fonémico al 100%.

  • Duanei Rodrigues de Oliveira dice:

    Me gustaron las informaciones prestadas por vosotros. Parabienes¡Parabienes!

  • Cayetano Hurtado dice:

    Shirley: ¿Cuántos, sobre todo los que aún dudan si es “el agua o la agua”, o “el calor o la calor” habrán leído su artículo y, en todo caso, si lo habrán entendido?

    Quote of the Day:  “Do not say a little in many words, but a great deal in few!”  Pythagoras – Mathematician (582 – 497 BC)

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