“Ni contigo ni sin ti…

Por , publicado el 29 de julio de 2013

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…tienen mis males remedio; contigo porque me matas, y sin ti porque me muero”. Descartando el lado trágico de la copla popular, fijaremos nuestra atención en los pronombres que en ella aparecen precedidos de preposiciones; en concreto, en los pronombres personales tónicos conmigo, contigo y consigo y las relaciones que puedan tener con otras palabras.

Estos pronombres son, cuando menos, curiosos, pues ya desde su origen denotan una cierta redundancia en su formación. Proceden de los pronombres latinos mecum, tecum y secum que, con el paso del tiempo, evolucionaron a migo, tigo y sigo y que tanto antes como después significaron conmigo, contigo y consigo, respectivamente. Sin embargo, al no quedar constancia de la idea de compañía (con la preposición cum convertida en -go) en el resultado final de la evolución, a estas formas (migo, tigo y sigo) se les antepuso la preposición con (procedente de la preposición latina cum) para que de nuevo se percibiera la idea de compañía. Resultado de todo ello fue que el español cuente con las formas singulares: conmigo (“¿Irás conmigo?”); contigo (“No iré contigo”) y consigo (“Parecía que hablaba consigo mismo”).

Pero, ¿qué pasó con los plurales? En la Edad Media, los plurales latinos nobiscum y vobiscum evolucionaron hasta llegar a las formas connusco y convusco para la primera y segunda persona (la tercera equivalía a la singular: secum); pero estas se llegaron a perder. De este modo, las formas plurales correspondientes a conmigo y contigo son con nosotros y con ustedes (con vosotros solo en la España peninsular, aunque no en las islas Canarias). Es decir, hacemos uso de la preposición con seguida de otros pronombres personales tónicos que se caracterizan por cumplir, por sí solos, la función de sujeto. En efecto, es posible este uso con las formas plurales, mas no con las singulares, razón por la cual resultaría agramatical decir: *con yo y *con tú. Sin embargo, son posibles las construcciones en la tercera persona del singular y plural, con él/ella y con ellos/ellas.

De otro lado, estas formas pronominales tienen un arraigado sentido de reflexividad, por lo que no resulta extraño encontrarlas con el adjetivo de refuerzo mismo con sus respectivas variantes de género femenino (misma) y número plural (mismos, -as), según sea el caso. No obstante, los pronombres se mantienen invariables a diferencia de mismo, como en “Ellas se molestan consigo mismas”. Además, por su valor reflexivo, la persona gramatical de estos pronombres se debe corresponder con la del sujeto, de ahí que en *Te molestaste consigo mismo, se haya utilizado incorrectamente consigo en lugar de contigo. Del mismo modo, se recomienda usar el pronombre consigo (“Él estaba hablando consigo mismo”) y no él / ella (“Él estaba hablando con él mismo”).

Si en lugar de determinar compañía queremos expresar todo lo contrario, la preposición con se opone a sin. De esta forma, a veces podemos preguntarle a alguien si prefiere el pan “con o sin mantequilla” o decirle “Sin mí lo podrás lograr” (y no *sinmigo) o “Me voy sin ti” (y no *sintigo). Si bien algunos hablantes, sobre todo aquellos que se encuentran en una fase temprana de aprendizaje de nuestra lengua, como los niños y los extranjeros, podrían utilizar en un primer momento *sinmigo, *sintigo y *sinsigo por analogía con conmigo, contigo y consigo, está claro que es un mal al que, contradiciendo la copla popular con la que empezábamos, habría que ponerle remedio.

Crisanto Pérez Esáin

Crisanto Pérez Esáin es doctor en Literatura Hispánica y Teoría Literaria por la Universidad de Navarra (España). Es profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Piura desde el año 1999.

Ha publicado, entre otras cosas, Los trazos en el espejo: identidad y escritura en la narrativa de Julio Ramón Ribeyro, Pamplona (España): Editorial de la Universidad de Navarra-EUNSA, 2005; y  La narrativa de Julio Ramón Ribeyro: una guía de lectura, en autoría compartida con Javier de Navascués (Universidad de Navarra), Madrid: Cenlit.

5 comentarios

  • Jose Ruiz Huidobro dice:

    ¡Impresionante! Excelente artículo. Una vez leído siento como que habiendo estado en las tinieblas, de golpe se me abren los ojos y veo la luz de todo el mundo a la vez. ¡Qué tal profundidad y sencillez, a la vez, en las explicaciones! Mis felicitaciones para el Doctor Crisanto Pérez Esáin.

  • Yvonne dice:

    Muy buen artículo, me parece perfecto para despertarnos del letargo vulgar en que estamos inmersos con tanta “modernidad”.

  • Carlos dice:

    Esclarecedor artículo, pero, vinculado con el tema, me surgió una inquietud: ¿cómo se aplicaría lo explicado en la expresión volver en sí? ¿Volver en mi? ¿Volver en ti? ¿Y en el caso de los pronombres en plural?

  • Castellano Actual dice:

    Estimado Carlos:

    Efectivamente, en la misma pregunta usted da la respuesta. Al ser más frecuente la expresión en tercera persona volver en sí, esta se ha lexicalizado, quedando para muchos hablantes, y de manera errónea, como una expresión fija, de modo que podemos escuchar a alguien decir: *Juan, vuelve en sí, olvídalo ya y termina tu trabajo, cuando debiera ser Juan, vuelve en ti, olvídalo ya y termina tu trabajo. Por ello, esta expresión puede admitir todos los pronombres personales, aunque por su propio significado ‘retomar el contacto con la realidad luego de una situación de estupefacción o arrobo’ sea más frecuente la expresión volver en sí que volver en mí, volver en ti, volver en nosotros…

    Saludos cordiales

    Castellano Actual

  • Carlos Saavedra dice:

    Gracias, me quedó claro. O sea que, luego de un momento de aturdimiento, volví en mí.

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