Los cambios de categoría gramatical

Por , publicado el 10 de agosto de 2021

Las categorías gramaticales son una forma de clasificar las palabras en tanto que partes que conforman la oración. Así, en la oración Mariana trabaja en Madrid distinguimos tres tipos de palabras: los sustantivos Mariana y Madrid, el verbo trabaja y la preposición en.

Como se sabe, la Lingüística ha seguido tres enfoques para clasificar dichas categorías gramaticales:

  1. Semántico: las palabras se dividen según los significados que expresan: los sustantivos nombran entidades como objetos, seres, lugares, etc.; los adjetivos, cualidades; los verbos, acciones.
  2. Morfológico: las divide de acuerdo con las partículas morfológicas con que puede combinarse. Por ejemplo, los verbos tienen desinencias (conjugaciones), y los sustantivos, accidentes de género y número.
  3. Sintáctico: las palabras se clasifican según la función que cumplen en la oración. Por ejemplo, camello es un sustantivo, que puede ser núcleo del sujeto; y pasear es verbo que funciona como núcleo del predicado: El camello pasea.

En atención a estos criterios, se nos enseña entonces que las palabras pueden clasificarse con relativa fijeza en nueve categorías:

  1. Sustantivos: libro, favor, persona, amor…
  2. Adjetivos: rojo, cansada, aquella, viva
  3. Verbos: ser, caminar, tener
  4. Pronombres: tú, le, los, eso…
  5. Adverbios: mañana, anteriormente, aquí, quizás
  6. Interjecciones: ¡ey!, ¡ah!, ¡ay!
  7. Preposiciones: con, a, de, desde
  8. Determinantes: las, el, aquel, este
  9. Conjunciones: pero, aunque, porque, sino

Pero… ¿las palabras se mantienen siempre quietas en su categoría gramatical? No. Recuerden que, al aprender una lengua, el hablante adquiere también la capacidad de usarla creativamente, en tanto que las lenguas son flexibles en algunos aspectos. Sucede, entonces, que las palabras pueden moverse de una categoría gramatical a otra. Este proceso de transformación puede darse por un cambio morfológico, o bien por un cambio en la función sintáctica.

Cabe precisar que esto del cambio no ocurre libremente de una categoría a otra. De hecho, las palabras solo pueden mutar hacia categorías de inventario abierto, es decir, a aquellas categorías que aceptan nuevas creaciones en función de la necesidad del hablante. Son categorías de inventario abierto los sustantivos, los verbos, los adjetivos y los adverbios; en cambio, es mucho más raro y menos consciente que se creen nuevas preposiciones, conjunciones o determinantes.

Se conoce como sustantivación al proceso de transformar una palabra en un sustantivo al otorgarle la función que este desempeña. Por ejemplo, el verbo correr funciona aquí como núcleo del sujeto en Correr es mi deporte favorito, la cual es una función propia del sustantivo En la siguiente oración, con ayuda del artículo, un adverbio se transforma en núcleo del sujeto: El ayer debe ser olvidado. Los verbos pueden transformarse en sustantivos gracias al sufijo -ción: alimentar> alimentación; alear> aleación. Los adjetivos son las palabras que más comúnmente se transforman en sustantivos, especialmente cuando se les agregan determinantes: Un aburrido dio la clase y este dormilón no entendió nada. / Lo malo de salir de noche es que soy friolento.

La verbalización es la transformación de una palabra en verbo, que se realiza por un movimiento morfológico: se le da a otra palabra la posibilidad de conjugación. De este modo, del sustantivo azúcar se formó el verbo azucarar: Ella azucara la torta y yo azucararé una limonada. Del adjetivo claro deriva el verbo clarear: El sol clarea las sombras. En este mismo artículo estamos usando los verbos sustantivar y verbalizar, que se forman de los sustantivos correspondientes (los cuales, luego vuelven a sustantivarse por el sufijo -ción).

La adjetivación se consigue mediante un cambio morfológico: a la palabra se le agrega un sufijo que indica alguna relación. Por ejemplo, de Estado se obtiene estatal, que significa ‘relativo o perteneciente al Estado’. De tributo se consigue tributario; de resbalar, resbaladizo; y de vibrar, vibrante. Son numerosos los sufijos que permiten la adjetivación.

Se conoce como adverbialización al proceso de transformar una palabra en un adverbio. Podemos adverbializar un adjetivo, si le colocamos el sufijo –mente: simultáneamente, rápidamente, tristemente. Otra manera de adverbializar es trasponer un adjetivo para que funcione como adverbio; es decir, para expresar el modo en que ocurre una acción: en El avión volaba alto, alto nos indica cómo se realiza la acción de volar, no un rasgo del avión. Cabe acotar que, así como los adverbios no tienen marca de género ni de número, cuando un adjetivo se torna adverbio, estas marcas se pierden: Las gaviotas pasaron rápido.

Ninguna de las palabras mencionadas nos parece desconcertante porque cuando la palabra que resulta de un cambio de categoría tiene éxito entre los usuarios de la lengua, esta pasa a formar parte del repertorio léxico admitido.

Un comentario

  • Jacinto Gonzales dice:

    Humor intelectual para todos, incluso para los que dudan si es la o el sartén:

    – ¿Por qué vas tan elegante a la universidad?
    – Porque tengo clase.
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    – Quisiera comprar un libro sobre la fatiga y el cansancio.
    – Lo siento, están agotados.
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    – Oye, ¿te gusta la teoría de Einstein?
    – Relativamente.
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    – Alguna vez pensé que entre tú y yo todo se podría.
    – Y pues sí, se pudrió.
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    – Mi hijo está practicando natación.
    – ¿Y qué tal le va?
    – Nada mal.
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    – Doctor, soy asmática, ¿es grave?
    – No, señora, es esdrújula.
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    – El mes pasado contraí matrimonio.
    – contraje.
    – Claro, tenía que ser formal.
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    – No me quieres porque soy daltónico, ¿verdad, Celeste?
    – ¡Me llamo Violeta!
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    – Oye, ¿cómo te llamas?
    – No soy el ayer, ni soy el mañana.
    – De qué hablas?
    – Me llamo Eloy.
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    – Hola, cielo, ¿cómo estás?
    – Parcialmente nublado, con probabilidades de lluvia.
    ———————————-
    – Joven, ¿podría decirme dónde vio por última vez a la señora de las empanadas?
    – Por su puesto.

    CURIOSIDADES DEL IDIOMA CASTELLANO

    Con 23 letras, se ha establecido que la palabra
    Electroencefalografista es la más extensa de todas las aprobadas por la Real Academia Española de la Lengua.

    En el término Centrifugados, todas las letras son diferentes y
    ninguna se repite.

    La palabra Oía tiene tres sílabas en tres letras.

    En Aristocráticos, cada letra aparece dos veces.

    El vocablo Cinco tiene a su vez cinco letras, coincidencia que no se registra en ningún otro número.

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