La vanidad en tres palabras

Por , publicado el 20 de agosto de 2018

Hay ocasiones en las que toca arreglarse un poquito más de lo normal, ponerse un traje elegante, hacerse un buen peinado y lucir aquellos accesorios que ayuden a resaltar todos los atributos que podamos. Y en eso pensaba el joven Idiáquez cuando recibió, para su asombro, una invitación a tomar el té en casa de Grimanesa de Bocardo: «Me emperejilé lo mejor que pude, con un chaquet de diagonal ribeteado con trencilla, (…) un chaleco despampanante (…); y un sombrero hongo de copa (…). Y en medio de todo esto, resplandeciente como un astro de primera magnitud, mi famosa corbata» (Manuel Beingolea, «Mi corbata», 1903).

Emperejilarse se registra ya en la edición de 1832 del diccionario académico como ‘Adornar a alguna persona con mucho cuidado y esmero’. El verbo en cuestión se forma a partir del sustantivo perejil que, además de designar a la hierba aromática usada como condimento, se usaba en plural (perejiles) como equivalente de adornos, tal como lo recogen el Diccionario de autoridades (1737, s. v. perexil): ‘Metaphoricamente se toma por el adorno ù compostura de cosas de color sobresaliente, como es el verde: especialmente los que usan las mujeres en los vestidos y tocados. Usase regularmente en plural’, y, más adelante, el diccionario de Terreros y Pando (1788): ‘se dice de las chucherías, y adornos ridículos’.

En paralelo a este uso, y con el mismo valor, se empleaba emperifollarse, formado, al igual que el anterior, a partir del nombre de una planta aromática parecida al perejil: el perifollo, voz con la que en plural ‘Se llaman vulgarmente las cintas y otros adornos vistosos que se ponen las mujeres’ (Diccionario de autoridades, 1737).

Así, aunque tanto emperejilarse como emperifollarse empiezan como costumbres femeninas ligadas al vestido y al tocado, amplían su radio también al hombre (como en el caso de Idiáquez), y su uso se extiende luego a la acción de ataviarse con esmero, aunque con ese matiz de exageración o mal gusto.

Como vemos, emperejilarse y emperifollarse comparten la misma estructura formal y el mismo significado, y son de uso común tanto en la península como en América. De estas dos voces, aunque ambas mantienen su vigencia, parece ser la segunda la que registra mayor vitalidad de uso, pero, eso sí, en el habla de adultos de mediana edad. El CREA (Corpus de Referencia del Español Actual) no registra ejemplos de emperejilarse, pero sí unos pocos de emperifollarse. Del mismo modo, una búsqueda rápida en internet arroja más resultados del segundo que del primero.

El habla juvenil, tan propensa a marcar sus distancias con las otras generaciones, ha sustituido estas formas por otras alejadas ya del ámbito vegetal y ligadas más bien al uso de productos cosméticos. Las chicas de ahora, al menos en Perú, “se producen”: Hay días que una no tiene tiempo de producirse en casa, por eso es muy útil llevar una pequeña maleta en el auto (El Comercio, 30/10/2014).

Producirse está recogida en el DiPerú (2016) como ‘acicalarse o arreglarse con esmero’. La acción, como se ve, es la misma, aunque va exenta aún de ese matiz negativo o sobrecargado que denotan sus predecesoras. No obstante, y como en temas de arreglo siempre se puede caer en excesos, las gurús del estilo recomiendan siempre «no producirse demasiado».

Shirley Yanuaria Cortez González

2 comentarios

  • Anónimo dice:

    Pues vean lo que uno se entera, producirse equivale a empilcharse.

  • Paco (con ñ) dice:

    Emperejilarse y emperifollarse sí que las conocía (no es extraño, por estar dentro del rango de edad que comenta Shirley), pero luego pasa que según regiones y paises, tenemos diferentes maneras de expresarnos . En España por ejemplo decimos “maquearse”. (Maquear: Adornar los muebles. Darles laca o barniz).

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