“La lleca de mi rioba”… Hablando al revés

Por , publicado el 28 de noviembre de 2012

En el habla popular nos encontramos con un caudal de palabras que se obtiene por inversión silábica (vesre o habla al revés): “grone” por negro, “fercho” por chofer, “mionca” por camión, “merfi” por firme… Esta enumeración, que podría extenderse, nos indica la proliferación de tales términos en la actualidad y nos invita a resolver estas interrogantes: ¿Cómo se realiza tal permutación?, ¿afecta solo a sustantivos?, ¿puede trasladarse a la lengua culta? y; por último, ¿quiénes contribuyen al uso extensivo de tales términos en el habla peruana?

Estas palabras, ligadas al habla popular, se denominan jergas sociales, y en Perú forman parte de la llamada habla del hampa o replana. En un primer momento surgieron en el ámbito del habla delincuencial, pero hoy en día su uso se ha extendido a diferentes estratos o grupos sociales y con más fuerza en el habla vulgar y coloquial. Por vesre se crean jergas motivadas por razones afectivas y estilísticas. Si bien su uso afecta con mayor frecuencia a los sustantivos (“ñoba”, “tacuen”, “rioba”, “lleca”, “choborra”), los adjetivos no están exentos a este cambio (“grone”, “mefir”), incluso los verbos (“merco”, “el que te jedi”).

Los procedimientos de inversión son diversos. Se puede dar una permutación silábica sin que implique un cambio de acento, como en las palabras graves bisílabas o trisílabas: [pláya] > [yápla], [muchácho] > [chochámu]; pero también, puede ocurrir un desplazamiento acentual cuando se trate de bisílabos agudos: [kamión] > [miónka], [chofér] > [fércho], [señór] > [ñórse]. Como vemos, lo normal es que se adapten a las formas de las palabras en español y que, por ello también, adopten la pronunciación grave o llana, que es la que predomina en nuestro idioma.

Por otro lado, algunos términos pueden sufrir una desfiguración fonética e, incluso, morfológica. Así tenemos que, de “merco” (comer) por deformación sale “mercurio”, y se restablece nuevamente el verbo con la forma “merquiar”. Lo mismo sucede con “jermu” (mujer) que restablece la terminación femenina normal y tenemos “jerma”. Otra deformación fonética sería el caso de “cholo”, que por motivos no tan claros resulta “lorcho” en vez de “locho”. Por otro lado, también puede ocurrir pérdida de algunas letras en el interior de la palabra, como sucede en “lompa” (pantalón).

La permeabilidad entre los distintos estratos lingüísticos se comprueba en el hecho de que muchas de las jergas de origen popular terminan ascendiendo al nivel del habla culta familiar. Prueba de ello es la palabra “trome” (‘ser muy bueno en algo’), que ha ascendido en los últimos sesenta años hasta el nivel del habla culta familiar, y que se origina de la permutación de la versión popular y aspirada ([méstro] > [métro]) de la palabra “maestro”, en su sentido de ‘experto’. Si bien, en Perú se opta por “trome”, en Argentina usan la inversión silábica de la palabra plena, resultando así “troesma”.

En los últimos tiempos, el vesre resulta tan llamativo que los diarios sensacionalistas no han dudado en utilizarlo como recurso para ganar mercado. No obstante, es necesario recordar que todo medio periodístico no debe renunciar nunca al ideal de educar informando. Si se renuncia a esto y se llega al uso abusivo de estos términos estaríamos defraudando a todos los peruanos que buscan con afán mejorar su forma de hablar a través de su acceso a los medios periodísticos.

“Trome” ha seguido un proceso natural en su paso hacia la lengua culta familiar, pero no todos siguen este proceso; la mayoría se queda en el nivel más vulgar de nuestra lengua. Es lastimoso ver actualmente el esfuerzo de ciertas empresas periodísticas, como las sensacionalistas, que buscan el fácil mercado del pueblo, ofreciendo ante sus ojos este lenguaje que lo estanca en un nivel de habla pobre y vulgar. A este respecto, cualquier influencia negativa de los medios de comunicación es totalmente denigrable, ya que contribuye y traiciona el afán de superación lingüístico de una gran mayoría de peruanos.

Espero, estimado lector, no estar exagerando; pero ¿se ha imaginado una comunicación completamente en vesre?… sería un tanto complicada, ¿verdad?… Le propongo una manera de divertirse con todo esto, se trata de elaborar juegos lingüísticos como “ojo” o “No di mi decoro, cedí mi don”, que sin necesidad de permutaciones pueden leerse igual al derecho y al revés, (ojo, nodimidecorocedimidon). ¿Se anima a crear algunas expresiones como estas?

Shirley Verónica Chumacero Ancajima

Foto: jmrufo (CC BY-SA 2.0)

Deja un comentario

×