Estar más perdido que…

Por , publicado el 11 de septiembre de 2025

Las expresiones estar más perdido que cuy en tómbola, estar más perdido que Papá Noel en 28 de julio, estar más perdido que pulpo en un garaje son ejemplos de cómo describimos de manera colorida a alguien que se siente completamente confundido o desorientado, o no sabe qué hacer o cómo proceder ante una situación determinada.

En el ámbito coloquial, solemos utilizar este tipo de expresiones idiomáticas, que son metáforas que no deben interpretarse de manera literal ni mucho menos acudiendo al significado de las palabras que las componen. Así, por ejemplo, cuando decimos que alguien está en las nubes, no queremos decir que realmente esté en una masa de partículas de agua o hielo suspendidas en la atmósfera, sino que está distraído o ensimismado en sus pensamientos.

Dentro de este tipo de construcciones, destacan las expresiones idiomáticas comparativas, llamadas así porque se establece una comparación implícita entre dos elementos. Al utilizar la expresión estar más perdido que cuy en tómbola, por ejemplo, se establece una analogía entre el desconcierto de una persona y la confusión de un cuy (o conejillo de Indias) al que lo sueltan en un espacio —generalmente una caja o una casita— con diferentes compartimientos y que al estar asustando, procura buscar refugio sin saber a dónde ir. Otras expresiones con un significado similar que circulan en el Perú son estar más perdido que Adán en el Día de la Madre, estar más perdido que piojo en cabeza de calvo, estar más perdido que huevo en cebiche, estar más perdido que Atahualpa en la Guerra de las Galaxias, estar más perdido que pasador en sayonara, estar más perdido que la mamá de Marco, entre otras.

Si analizamos estas construcciones, notamos que todas requieren del verbo estar, que marca la actitud del referente. A continuación la estructura comparativa más… que presenta el adjetivo perdido, que es sinónimo de confundido o desorientado. En la última parte, se incluye el sujeto de la comparación, un sustantivo (como cuy, Papá Noel o pulpo) que debe ser conocido por el oyente para que la expresión genere su efecto humorístico o irónico. Este sujeto, además, va seguido por un sintagma preposicional encabezado por una preposición y un sustantivo que alude a un lugar o a una fecha significativa (ejemplo: en tómbola, en 28 de julio), y que resultan inconcebibles dentro de la lógica. Es importante señalar además, que si el sujeto resulta desconocido para el oyente, la comparación perderá su sentido. Así, por ejemplo, la referencia a la mamá de Marco será comprensible solo para aquellos que hayan crecido con este personaje del anime japonés tan popular en décadas pasadas.

Conviene señalar, asimismo, que nuestra lengua cuenta con otras estructuras comparativas; por ejemplo: estar como pollo sin cabeza, para indicar que se actúa de forma desorientada, sin rumbo; estar como una cabra, para señalar un comportamiento extravagante; estar como pez en el agua, para resaltar que se procede con soltura en un lugar o situación específica. En todos los casos, como puede observarse, el complemento va introducido por el elemento comparativo como.

Finalmente, no podemos dejar de mencionar que todas estas construcciones no solo poseen un sentido figurado, sino que también llevan consigo un trasfondo cultural específico, lo que otorgan una riqueza expresiva única a nuestro discurso.

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